Gente que Cuenta

Risas,
por Soledad Morillo Belloso

Pierre Auguste Renoir Atril press
Pierre-Auguste Renoir
Niña sonriente, 1878
Fuente: https://www.wikiart.org/

No huye ni resguarda, no adorna ni disimula. Surge, como un aliento que apenas roza el aire… y se desvanece.

En un mundo que exige significado a todo, tal vez lo más honesto sea reír sin decir nada. Una risa que no responde al dolor ni se anticipa al miedo. Una risa que simplemente es transparente, intacta, sin intención de trascender.

Hay risas que brotan como indicio de una hondura oculta, una flor breve que se abre en los labios y se apaga antes de pronunciarse. No explican, no sostienen, no rescatan. Solo aparecen. Y en su aparición, hipnotizan.

Y otras veces, una risa es eso y nada más: el impulso muscular de un instante, una nota suelta que no pertenece a ninguna melodía. Sin fondo. Sin mensaje. Sin el deseo de volverse metáfora. Una risa que no pide permiso para ser ligera.

Entre el símbolo que se insinúa y la superficie que se acepta, es ahí donde la risa encuentra su enigma. Quizá reír también sea eso: dejar una marca sin reclamar memoria, existir sin la exigencia de permanecer.

A veces la risa cae como un rayo sin intención, sin causa ni destino. No trae pasado ni siembra futuro. No promete. No consuela. Y justo por eso se vuelve inasible: porque no quiere ser comprendida. Esa inocencia, en un tiempo que todo lo descifra, roza lo subversivo.

Y sin embargo… cuántas verdades se han filtrado entre carcajadas no escuchadas. Cuántas veces la liviandad fue el único modo de cargar lo indecible. Hay risas que estallan con la intensidad de lo callado. Que tiemblan como flores mojadas, sin haber sido plantadas para durar. Y duran, sí… en quienes supieron leer el temblor.

En la risa que brota ruidosa y la que apenas tiembla, seguimos buscando sentido en los gestos, como si el rostro hablara en claves. Pero no toda expresión revela un abismo. No toda risa clama por traducción. A veces, reír es solo eso: una vibración del cuerpo frente al instante. Y en su fugacidad, una verdad que no precisa profundidad para sostenerse.

Hoy tuve un ataque de risa. Y fue solo eso: risa.

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Soledad Morillo Belloso
Escritora, novelista, cuentista, ensayista, periodista, articulista.
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob

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