
Imagen generada por Gemini IA
La información de que Netflix compraría a Warner Bros. apareció no solamente en las noticias, sino en el email de nosotros, los comunes mortales. Ahora resulta que Paramount presentó una contraoferta y no sabemos en manos de quién va a parar este gigante del cine.
Yo a lo que voy es que Warner Brothers, fundada en 1923 y cuyos estudios vieron nacer clásicos como Casablanca, El Mago de Oz, Batman, Superman, Harry Potter, Matrix, Blade Runner y por ahí sigue una larga lista, está en la mira de negocios de una empresa que nació en 1997 como un modesto servicio de alquiler de DVDs por correo. Lo que pasó fue que Netflix descubrió que podía crear sus propios contenidos, se embarcó en el mundo del streaming y comenzó a producir series usando talento de varios países.
Warner Brothers construyó su imperio a partir de millones de espectadores vistiéndose para ir a las salas de cine. Netflix, en cambio, levantó el suyo sobre millones de espectadores sentados en su casa, apretando play. ¿Se dan cuenta del giro del que hemos sido protagonistas sin darnos cuenta?
Si Warner termina en manos de Netflix, eso sería la imagen perfecta del cambio de época. El estudio que moldeó el siglo XX cinematográfico se integra a la plataforma que está moldeando el XXI. Una historia hecha de pantallas —unas con cortinas rojas, otras con botones— que hoy se encuentran en el mismo lugar.
Y otra diferencia crucial: mientras Hollywood siempre fue un centro que irradiaba hacia el mundo, Netflix convirtió al mundo entero en centro. Produce en Corea, India, México, España, Brasil, Alemania, Nigeria, Turquía… y todo viaja instantáneamente. Un espectador en Canadá puede enamorarse de una serie polaca; uno en Lisboa puede descubrir una película argentina; uno en Tokio puede engancharse con un thriller colombiano.
Yo me imagino que ahora deben andar a las vueltas con las negociaciones del triángulo Warner, Netflix, Paramount. Hay muchísimo dinero de por medio y leí que ya la política, como decimos en criollo, metió su cuarto de cuchara.
Amanecerá y veremos en qué para. En todo caso, los grandes dueños de todo este circo, terminamos por ser nosotros, que somos los que tenemos el control en la mano. Aunque sea el de la tele, claro…