He visto a muchos adolescentes devastados por haber perdido “el amor de su vida”. Mi comentario invariablemente es: “ahora es cuando te faltan conocer amores de tu vida”. Cada amor tiene sus características particulares que viene dado primero por la edad y luego por las circunstancias del momento.
Obligar a dos adolescentes a casarse porque han tenido un embarazo es como forzar a una flor a florecer antes de tiempo: puede que produzcan algo hermoso, pero también es probable que se marchite rápidamente. El amor, en sus primeras etapas, se caracteriza por una mezcla de idealismo y desilusión, donde las emociones tienden a ser intensas, pero fugaces.
La adolescencia es un período de descubrimiento y experimentación, y cada relación, ya sea efímera o duradera, aporta lecciones valiosas para el futuro. Los adolescentes suelen ver el amor como una conexión casi mística, un estado de gracia donde todo parece posible. Sin embargo, esta visión romántica a menudo no se corresponde con la realidad, que implica una serie de compromisos y sacrificios.
A medida que las personas maduran y pasan a la adultez, el amor evoluciona y se transforma. El amor apasionado de la juventud puede dar paso a un amor más maduro, donde la comunicación, la comprensión y el apoyo mutuo se vuelven esenciales. Aquí, el amor se convierte en un viaje en pareja, en el que se comparten no solo los momentos felices, sino también los retos que la vida puede presentar.
Es fundamental que los jóvenes comprendan que cada relación tiene un propósito en su crecimiento personal. Perdemos y ganamos amores, pero cada uno nos enseña a valorar lo que es realmente significativo. Así́ que, aunque pueda parecer que el mundo se ha acabado tras una separación, en realidad, esa experiencia es una puerta abierta hacia otras posibilidades que aún no han sido exploradas.
En última instancia, es el aprendizaje y la experiencia acumulada a lo largo de estas diversas etapas del amor lo que nos prepara para el verdadero compromiso. La vida está llena de encuentros y desencuentros que, así como el amor adolescente puede parecer eterno, lo más probable es que cada nuevo amor traiga consigo oportunidades para crecer, redefinir nuestras prioridades y abrirnos a nuevas posibilidades y conexiones. Por tanto, aunque ahora parezca un momento de crisis y desesperanza, es esencial recordar que el amor, en todas sus formas y etapas, es una parte fundamental de la experiencia humana y siempre habrá más por venir.
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
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