
Fuente: https://blucystevens.com/
La habilidad de darnos cuenta de que estamos siendo latosos al hablar es un privilegio concedido a pocos, por lo que he podido ver a lo largo de mi vida. Por más que uno bostece y voltee para otro lado, el latoso no se da por aludido y sigue en su cháchara.
La forma de practicar la conversación hoy día prueba que lo importante es hablar; pero ser escuchado o comprendido ya resulta secundario. Aquello del buen hablante y el buen oyente es letra muerta, clasecita de escuela olvidada junto con todo lo demás.
Por otra parte, el derecho de palabra ya no se pide, se arrebata. Nos atropellamos para decir lo nuestro, sin escuchar; como si tuviéramos dos bocas y solo una oreja, cuando resulta que la cosa es al revés.
Y el que más grita es quien lleva la voz cantante. Los tímidos estamos condenados a esperar que aparezca otro más tímido aún para poder convertirnos en los tiranos del habla.
Habrá quien diga que los mudos no son parte de esta dinámica; sin embargo, yo he visto a algunos de este gremio en la calle hablando y discutiendo, en silencio pero a gritos, o a gritos pero en silencio.
En los colegios y en las universidades abundan los contenidos de lenguaje, comunicación, competencias comunicativas y demás. Alguien ofrece un curso de oratoria y se agotan los cupos. Pero, ¿dónde queda el aprendizaje del silencio? No conozco asignatura con esta denominación.
Hay que irse a un monasterio o algo así, para aprenderlo. Vivir solo y apartado del murmullo continuo que es la actual civilización. Porque si el asunto ya venía siendo grave, ahora con esto de las redes sociales la cosa se pone peor.
Se generan contenidos, opiniones a más no poder… abundan las palabras, pero no las ideas. Nadie busca sino la oportunidad de gritar al mundo para acallar al otro. La verdad es algo secundario que no hace falta nombrar.
La cuestión es que pasamos tiempo aprendiendo a hablar, yo diría toda la vida. Pero no aprendiendo a callar. Tal vez sea porque como vamos a estar en silencio por el resto de la eternidad, muchos quieran aprovechar de decirlo todo. Y vaya que lo dicen, lo que es y hasta lo que no es.

valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
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Foto Geczain Tovar