Gente que Cuenta

¡Shhh… secreto!,
por José Manuel Peláez

Ventorrillos de libros Atril press
“Manolo y yo compartimos ese errar entre los tenderetes de libros usados…”
Fuente: https://upload.wikimedia.org/

La primavera comenzaba y uno de los placeres que Manolo y yo compartimos es ese errar entre los tenderetes de libros usados que ofrecen la posibilidad de encontrar tesoros literarios ocultos además de hacerte sentir en medio de una cofradía de quienes se vigilan entre sí para que nadie les arrebate la presa oculta debajo de un viejo diccionario croata/español.

Y en esa noble cacería andábamos cuando Manolo, convertido en un lebrel atento, vislumbró algo y se lanzó en esa dirección. Cuando estiraba el brazo para alcanzar su trofeo, otra mano, larga y delicada, lo atrapó con la fuerza con que una serpiente atrapa un conejito. Manolo levantó la vista y se encontró de frente con una mujer que no necesitaba ser joven para ser atractiva ni fatal para ser seductora. La mujer y Manolo se miraron por unos minutos, como si estuvieran viendo la misma película. Vi aguarse los ojos de la mujer que dejó el libro y se alejó con la elegancia de un gato de raza.

Pensé que Manolo se arrojaría sobre el libro abandonado, pero solo estaba ahí, congelado en el tiempo.

─ ¿Qué pasa, Manolo?… ¿quién es esa mujer? ¿de qué la conoces?

─ Nadie… es nadie ─ me contestó mientras tomaba la dirección contraria a la de la mujer.

Yo ya no estaba cazando libros. No me quedaba la menor duda de que entre esa mujer y Manolo había una historia y no estaba dispuesto a perderla. Recorté la distancia que me había ganado mi irreconocible amigo.

─ Vamos, Manolo… que soy casi tu único amigo y los amigos no se tienen secretos

─ ¿Quién te ha dicho semejante tontería?… ¡Todos tenemos secretos!

Mi argumentario acerca de que los secretos eran malos para la salud no penetró las defensas de un extra fortificado Manolo.

─ Escúchame bien ─ me dijo ─ en estos tiempos en que por fuerza o por las redes me obligan a que todo lo de los demás sea mío, yo tengo todavía la posibilidad de negarme a que todo lo mío sea de los demás. Tengo derecho a un jardín privado de situaciones, sentimientos y recuerdos que puedo callar, siempre que eso no le haga daño a nadie.

─ Entonces… esa mujer… ─ dejé el puente tendido.

─ Esa mujer puede ser lo que tú quieras inventar sobre ella, no me importa. Pero lo que verdaderamente es, solo lo sé yo y nadie me va a pisar el jardín… ¡Dime! ¿tú no tienes ningún secreto?

Terminamos tomándonos un café en silencio, abriendo cada uno las cajas de sus propios secretos.

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José Manuel Peláez
Profesor universitario de Literatura del Renacimiento y Teatro Contemporáneo. Escritor de ficción para cine, televisión y literatura, especialmente policial. Sus novelas “Por poco lo logro” y “Serpientes en el jardín” se consiguen en Amazon. Ha creado y dirigido Diplomados de Literatura Creativa y de Guion audiovisual en la Universidad Metropolitana de Caracas. Actualmente mantiene un programa de cursos virtuales relacionados siempre con la Narrativa en todas sus formas.
josemanuel.pelaez@gmail.com

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