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Escribo estas líneas un primero de julio.
En mi país adoptivo, hoy celebramos “Canada Day” y si me permiten quisiera hablarles de esta tierra de gracia, helada, pero de gracia al fin, que nos acogió a mí y a mi familia hace casi 20 años.
Aprovecho de refrescar algunos datos históricos curiosos.
El nombre de Canadá proviene de una confusión.
En 1535, dos aborígenes guiaron al explorador francés Jacques Cartier a “Kanata”, que significa villa en su lengua. Cartier adoptó la palabra para describir no solo el asentamiento “Stadacona”, actual Quebec City, sino toda el área y más allá. El nombre “Kanata”, en 1791, se convirtió en el nombre oficial como: Canadá.
El primero de julio de 1867, Canadá surgió como nación y es el día que hoy celebramos.
Pero aparte de la historia, quiero hablarles de su esencia, el “ethos” de esta nación que nos acogió con inmensa generosidad.
Un país hecho en base a comunidad, pues de otra forma no hubiese subsistido las severas temperaturas.
Un país de conciliación: ¿Cuál es el idioma oficial, inglés o francés?: los dos ¿Cuál es la capital Montreal o Toronto?, en el medio: Ottawa.
Un país donde ese concepto tan venerado hoy en día, nefasto quizás, de “Superhéroe”, no existe. En Canadá el héroe es la comunidad, y como leí una vez, los canadienses prefieren ser Clark Kent que Superman.
Recuerdo que cuando mi esposo y yo considerábamos una oferta de trabajo aquí en Calgary, nuestro amigo canadiense nos dijo, “in Canada, hard work is rewarded”. Y tenía razón.
Estas palabras, y el horóscopo de mi esposo (Acuario) del 1º de enero de 2006, que decía, “recibirás una sensacional oferta de trabajo”, nos convenció.
Hoy en día, llevo mis nostalgias por Venezuela, pero agradezco demasiado nuestra decisión.
Sí, hace frío, pero esta nación multicultural, generosa, solidaria, amable, llena de naturaleza, calienta el alma.
Quisiera extenderme, pero lo dejo hasta aquí y termino con las palabras del himno nacional:
“God keep our land glorious and free!”

(UCAB 1985).
Escritora y aprendiz de poeta por vocación.
De su paso por la ingeniería surgieron sus Cuentos de Oficina (1997), otra manera de ver al mundo corporativo. Entre sus últimas publicaciones se incluyen sus reflexiones sobre el duelo, Hopecrumbs (2020) (www.hopecrumbs.com) y “The Adventures of Chispita” (2021), una alegoría de la vida en el vientre materno. (www.chispita.ca)
Hoy en día comparte sus “meditaciones impulsivas” desde Calgary, Canadá, ciudad donde reside.
leonorcanada@gmail.com