Mejores,
por Luli Delgado
El otro día, justo cuando iba a subir al autobús, vi bajar a una señora con un carrito lleno de lo que parecían bandejas de dulces. No venía sola: un hombre la ayudaba a bajarlo, lo dejó en la acera y siguió su camino con una sonrisa de satisfacción poco más o menos de super héroe. Lulucita diría que es que al género masculino no hay nada que le guste más que acudir a socorrer a las “damas en apuros”, una especie de reflejo de caballero medieval que sobrevive a cualquier tiempo.
Pero pensándolo bien, eso no es patrimonio de los hombres. Es algo profundamente humano. Me puse a averiguar y resulta que cuando ayudamos a alguien, el cerebro libera oxitocina, dopamina y serotonina, las mismas sustancias que se activan cuando nos enamoramos o comemos chocolate. En otras palabras, ayudar sient...




