Marti Rickman en el Río Bravo – Roberto Giusti
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En 1984, cuando tenía 17 años y estaba recién graduada de bachiller, me encontré con un problema sin solución en Colombia: no contaba con los recursos necesarios para ingresar a la universidad. Siendo la número once de los quince hermanos que éramos, no sabía qué hacer y me debatía en la incertidumbre cuando me llegó la carta de una compañera de estudios, Elizabeth Roa, quien me invitaba a Houston, a donde se acababa de mudar luego de su graduación. Yo me animé y con el apoyo de mi hermana mayor, Margarita, quien se había convertido en el sostén económica de la familia, pude comprar el pasaje y cumplir con todos los requisitos que exigía el gobierno mexicano para facilitarme una visa.
El 17 de noviembre de 1985, con 18 años recién cumplidos, aterricé...