Treinta años después – Roberto Giusti
En Moscú los vagones del metro, sobre todo los pertenecientes a una rama secundaria, se mueven con el traqueteo lento y adormecedor de tiempos pasados. Los carros de franja azul son de líneas redondeadas y largos asientos laterales de madera y piso de tablas. Allí la gente lee y casi siempre la carátula del libro está tapada con un forro. Sólo se delatan quienes hojean la primera página del Pravda (diario del Partido Comunista) bajo la mirada severa del camarada Lenin. Una fotografía que se repite a lo largo de los años como si no pasara el tiempo.Pero siempre ocurre y ocurre cuando dejas atrás a la abarrotadada estación de Kievskaya, sus escaleras mecánicas lanzadas a las profundidades y los interminables pasadizos subterráneos donde circulan vendedores de pornografía y gitanas en ...