Gente que Cuenta

Daría la vida por Elvira, por David Volcán

Jean Michel Atlan Atril press
Jean-Michel Atlan,
Composición, 1951

Después de escuchar varios ruidos raros, decidió levantarse tomando el bate de béisbol que guardaba bajo la cama. Evitó hacer ruido, así que ni siquiera se calzó las sandalias para no despertar a Elvira. Se encomendó con una cruz temblorosa que chocó con su mano el mentón cuando terminaba de persignarse en su hombro derecho. El pasillo parecía más oscuro de lo que solía ser en las noches cuando iba a la cocina a buscar agua entrada la madrugada. Se ayudó con el marco de la puerta, tanteó con sus dedos la pared del pasillo y descubrió el frío del piso descalzo que nunca había percibido. De pronto, algo más gélido que la baldosa bajo sus pies, el cañón de una pistola justo presionando su mandíbula debajo de su oreja. Sus extremidades se petrificaron, rígidas como el bate que cargaba. Sintió que casi se orinaba del miedo. Desnudo, indefenso. Pensó en su esposa, a la que no le avisó antes de levantarse de la cama, y la voz que rumiaba un chicle con olor a ron, se le acercaba a la cara para decirle que estuviese tranquilo. Supuso ahora vería su vida pasar frente a sus ojos como todos comentaban que pasa justo antes de morir, pero él solo podía imaginar a Elvira desnuda en la cama, levemente cubierta con la sabana desde las rodillas a los pies.
El terror le impedía pensar, y solo se esforzaba por no gritar. Era imposible girar el bate para golpearle en la cabeza. Además, no sabía si podía haber alguien más que no había visto en la oscuridad. En ese momento solo quería salvarla de lo que temía sucedería. De pronto, el rechinar de unas sandalias. Se percató de un suave caminar. Era Elvira que venía hasta el pasillo encendiendo la luz del cuarto. Saludó amorosamente al intruso  y pasó su brazo por su cuello con total complicidad. Cuando giró por completo su cuerpo para verlos uno tan cerca del otro, sintió el penetrar de una navaja entre sus costillas que le sacaba todo el aire y dejaba en sus ojos la sonrisa de ambos al verle desplomarse.

Javier Volcan Atril press
Javier David Volcán Romano
Nacido en Ciudad Bolívar. Vivo en Margarita desde 1998
Fotógrafo especialista en el área gastronómica y documental.
Colaborador en El Nacional, Todo en domingo y GastronomiaEnVenezuela.com
Publicaciones editoriales con Libros el Nacional, ULA, El Mercurio de Chile y Miro Popic.
Actualmente, me dedico a la fotografía gastronómica publicitaria y tengo una empresa de distribución de productos artesanales alimenticios.
jdvolcan@gmail.com

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