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Javier D Volcán

Volvamos a Arcadia, por Javier David Volcán
188b, Javier D Volcán

Volvamos a Arcadia, por Javier David Volcán

Nunca nos habíamos sentado juntos a ver caer el sol. Hasta creo fue su primera vez. Nuestros pies colgaban tratando de rozar el mar. Había pequeños peces que, en cardumen, revoloteaban bajo nosotros. La ola pegaba en uno de los pilones del muelle, rociando el aire con sal. El arrebol se mezclaba en el rubor de sus mejillas, mientras con su mirada gritaba miedo y emoción. Hicimos silencio ante el balbuceo del mar contra los botes. Contemplé cómo los últimos rayos de sol competían con su propia luz. Ella sonrió, tratando de dejar atrás su mundo, y decidió arriesgarse. Las nubes rojas y naranja empezaron a ennegrecer. De pronto, el primer beso, y el mar calló. La luz de las casas reflejada en el mar adornó la oscuridad como luces de Navidad, y nos volvimos a besar mientras el mar seguía...
Se presienten,<br/> por Javier David Volcán
186b, Javier D Volcán

Se presienten,
por Javier David Volcán

Él escucha que su puerta se abrió y la imagina con su vestido negro de flores amarillas y el lazo habitual en su cabello.Ella pasa por su puerta y trata de escucharlo:-¿Qué estará haciendo?El piso aguarda en silencio hasta la tarde todos los días.Cuando llega uno, esperará por el otro.Ella se para tras la mirilla de la puerta y ve que viene subiendo las escaleras.Trae dos bolsas de mercado en la mano. Tras cada escalón, él imagina que le preparará una romántica cena para seducirla.Deja todo en la cocina, empieza a ordenar las cosas y escucha la ducha de ella abrirse.Sus baños comparten la misma pared.Él va rápido a quitarse la ropa para imaginar que se bañan juntos.¿Hoy se lavará el cabello?Las chicas, habitualmente, no lo hacen todos los días, él sí.Ella percibe que él también se baña y d...
Química,<br/> por Javier David Volcán
184b, Javier D Volcán

Química,
por Javier David Volcán

Nada era mágico. Ni cuando cerraba sus párpados para imaginar formas con los destellos verdes y rojos dentro de sus ojos. Todo era solo una reacción química. Esas manchas con las que se esforzaba en crear su rostro eran ahora como la piel desnuda que ella le permitió oler hasta aprender el aroma que expedía su cuerpo. El sudor que su espalda evaporaba estando boca abajo en la cama, era solo un sistema de enfriamiento de su cuerpo. Las lágrimas mientras se arrinconaban en el sofá, dudosa de su amor; el brillo de sus ojos cuando se veían, la serenidad que sentía cuando ella le hablaba; todo eso resultaron ser neurotransmisores y hormonas, nervios oculares, contracciones musculares, aumento de la presión arterial y glándulas haciendo su trabajo. Eran transformaciones físicas de los element...
Te sigo adonde vayas,<br/> por David Javier Volcán
181b, Javier D Volcán

Te sigo adonde vayas,
por David Javier Volcán

Esperé a que salieras de casa. Ibas apurada a tomar el ascensor. Solo pude alcanzar a acariciar las puntas de tu cabello mientras entrabas en la cabina. Te perdí de vista por un momento hasta que llegaste al sótano. Cuando abriste el carro, rocé suavemente tu cara, antes de que cerraras la puerta. Saliste del estacionamiento, tomaste la curva hacia la avenida y yo ya estaba ahí fuera esperando. Te seguí por varias cuadras hasta que de repente, abriste la ventana. Aproveché y me lancé sobre ti. Besé tu brazo izquierdo, subí por tu hombro hasta tu cara y me enredé en tu cabello. Intenté respirar el aroma de tu cuello cuando subiste el vidrio otra vez, y parte de mí quedó como un remolino alrededor de tu cuerpo. Mi otra parte te persiguió entre calles bajo el sol y semáforos en verde. Me q...
A punto,<br/> por Javier D. Volcán
173b, Javier D Volcán

A punto,
por Javier D. Volcán

No se necesita una explicación detallada de lo que sucede. En este momento no importa por qué han pasado las cosas. La verdad es que, a esta altura, ya no hay razón para averiguar qué ocurrió y cómo. Esa situación no se resolvería. Lo veo y se nota que le cuesta respirar. No se quiere mover. La sábana está sucia, impregnada de un olor ocre que da náuseas. Lo único que importa es que está a punto de morir, y no es que sus signos vitales se hayan disminuido, o una enfermedad esté acabando con su cuerpo. Lo que le motivaba a vivir ya no existe. Llegué a pensar que me llamarían para avisarme que se lanzó por el balcón, o que llegaría a su casa y lo encontraría colgado del maletero del estudio; lo más alto y firme que hay en esa casa. Reconozco que de momentos pienso que no me im...
Noche de tormenta,<br/> por Javier D. Volcán
172d, Javier D Volcán

Noche de tormenta,
por Javier D. Volcán

El teléfono sonó pasadas las dos de la mañana. No me había dado cuenta de que llovía tan fuerte. El mensaje preguntaba si estaba dormido. La respuesta a la pregunta era obvia, así que me preocupé.- ¿Pasa algo? ¿Estás bien?-Sí. Todo está bien, pero tengo mucho miedo. La tormenta está muy fuerte. Las ventanas parecen se van a salir, y el agua está entrando por todos lados.Mientras escribía, yo buscaba los zapatos y terminaba de vestirme.-Voy para allá.No parecía que la tormenta terminaría aún. Y cuando escribió de nuevo ya estaba saliendo para su apartamento.Seguía lloviendo con fuerza. Había ramas rotas en la calle, la luminaria de uno de los postes colgaba de un cable, había piedras en el camino y mucho barro.Cuando llegué, ella se escondía tras una columna del estacionamiento. No era una ...
Máquina del tiempo,<br/> por Javier D. Volcán
171d, Javier D Volcán

Máquina del tiempo,
por Javier D. Volcán

-¿En qué piensas? -¿En el tiempo? -¿Piensas en una máquina del tiempo? -Sí. Algunas veces, o muchas veces, no sé. -¿A dónde irías? -Sabes que siempre pienso en la bodega de mi abuelo. Me gustaría verlo ahí, atendiéndola tras el mostrador de madera, afinando los cuatros y las mandolinas que vendía. -¿Y solo te imaginas ir a la bodega de tu abuelo? -No. -¿A dónde más irías? -Iría al día en que me dijiste que querías tomar tus maletas y aparecerte en la puerta de mi casa para vivir conmigo. -Oh. ¿Recuerdas cuando te dije eso? -Claro. No exactamente la fecha. Creo que fue unos pocos días después de fin de año. Pero sí, recuerdo que me lo dijiste. -Yo también recuerdo cuando lo dije. -¿Lo dijiste en serio? -Sí. ¿Por qué quisieras volver a ese día? -Creo que me gustaría volver a e...
Alô, Mamãe!!, <br/>por Javier David Volcán
163b, Javier D Volcán

Alô, Mamãe!!,
por Javier David Volcán

El teléfono no había sonado. Podría aparecer un mensaje, o una llamada, cosa que sería horrible, porque lo tenía pegado a la oreja. Solo lo tomé y quise imaginarme que llamaba.Alô, mamãe!! Le decía así cada vez que hablábamos. Era una referencia a una tira cómica brasileña donde un perrito redondo y amarillo se asomaba por el cuadro del comic y saludaba a su mamá, así como las personas que se asoman tras el periodista en vivo, y salen haciendo pantomimas, emocionados porque están en televisión.Sabía que nada sobrenatural sucedería. No escucharía una voz en el fondo hablándome. No iba a suceder nada, pero yo quería escenificar una de las tantas llamadas que me hacía cada noche antes de acostarse, para no irse a dormir totalmente sola. De por sí, los últimos tiempos, antes que viniera conmig...
Solo un par de huellas,<br/> por Javier David Volcán
162c, Javier D Volcán

Solo un par de huellas,
por Javier David Volcán

La playa está sola como siempre. Aun el mar se ve como si fuese una capa metálica tremulante. La arena húmeda se apelmaza bajo mis pies y deja una huella notoriamente más profunda en el talón. Trato de hacer una pisada pareja para que se vean las huellas de mis pies totalmente definidas, pero no lo logro. Me siento estúpido caminando como un ganso para que quede la horma de mis pies perfectos. Cada vez que voy a esa playa lo hago así. Es una manera de distraerme y olvidar que ya no está. Me gusta voltear luego de un rato y ver decenas de pisadas en la arena. Algunas más claras, otras ya difuminadas por las olas que remontan la orilla. No sé si volteaba cuando caminábamos juntos. Tengo una imagen inventada en mi cabeza, una escena que es imposible que yo viera, tú y yo de espaldas caminando...
La luciérnaga,<br/> por Javier David Volcán
161c, Javier D Volcán

La luciérnaga,
por Javier David Volcán

Desde hace algunas noches, cuando Margarita llega del trabajo, se ha percatado de que un hombre joven está en el balcón del edificio de enfrente fumando sin camisa. Ayer se acercó a su ventana para espiarlo y sintió un poco de frío que entraba. No entendió como él podía estar así descubierto con esa temperatura. Con las luces apagadas, se quedó viéndolo, mientras terminaba con la última pitada. Contuvo la respiración y dejó salir una gran bocanada de humo. Tomó la colilla entre sus dedos y la puso en un vaso que tenía en sus manos.Ella se puso los lentes y trató de detallarlo. Su cuerpo no tenía vellos. Parecía de un poco más de 30 años. El cabello desordenado, pero bien cortado. Corrió la cortina y se escondió.Hoy cuando llegó, dejó sus cosas en el cuarto. Se cambió y fue a la cocina. Cad...
La medallita,<br/> por Javier David Volcán
146b, Javier D Volcán

La medallita,
por Javier David Volcán

Se había puesto una camisa de manga larga, color melón. Cuando cerró el último botón, que se encontraba a la mitad del pecho, besó la medallita que colgaba de una cadenita dorada que le regaló su mamá. Levantó su camisa, tomándola por abajo, para que entrara el aire, y la templó, queriendo borrar las pocas arrugas que tenía. El cuello se abría a medida que caminaba, y se veía el brillo del santo en la medalla asomarse en su velludo pecho. Guardó la pistola que levemente se asomó por el cinturón de cuero, adornado de una hebilla grande de cowboy barata, muy gastada, pero pulida. Mientras caminaba rezaba, y sobaba la medalla con los dedos pulgar e índice. Pedía perdón. Se arrepentía con una sinceridad convincente. Pensaba en Raúl, su hijo de 4 años a quien le acababa de comprar, hace pocos d...
La seca soledad,<br/> por Javier D. Volcán
123b, Javier D Volcán

La seca soledad,
por Javier D. Volcán

El calor me irrita. No recuerdo hubiésemos tenido un verano tan agotador. Me siento ahogado cada vez que salgo a la calle.Cuando me asomo al balcón y veo la casa de al lado, me doy cuenta de lo despiadada que ha sido esta temporada. El pasto se secó por completo. Se ha hecho una mancha grisácea, marrón y sepia. Un cuadrado muerto con pocos rasgos de vida que palpitaban con dificultad.Aquel espacio frondoso lleno de saltamontes y que una vez al mes olía a clorofila alborotada por las cuchillas afiladas de la podadora, era ahora un polvorín dispuesto a arder con una leve chispa. Solo en una esquina reverdecía un matorral. Todo porque había una llave dañada que dejaba salir unas gotas. Era un anillo verde ante tanta muerte. Aquel grifo viejo de bronce se resistía a dejar morir al jardín.Duran...