Volvamos a Arcadia, por Javier David Volcán
Nunca nos habíamos sentado juntos a ver caer el sol. Hasta creo fue su primera vez. Nuestros pies colgaban tratando de rozar el mar. Había pequeños peces que, en cardumen, revoloteaban bajo nosotros. La ola pegaba en uno de los pilones del muelle, rociando el aire con sal. El arrebol se mezclaba en el rubor de sus mejillas, mientras con su mirada gritaba miedo y emoción.
Hicimos silencio ante el balbuceo del mar contra los botes. Contemplé cómo los últimos rayos de sol competían con su propia luz. Ella sonrió, tratando de dejar atrás su mundo, y decidió arriesgarse.
Las nubes rojas y naranja empezaron a ennegrecer. De pronto, el primer beso, y el mar calló. La luz de las casas reflejada en el mar adornó la oscuridad como luces de Navidad, y nos volvimos a besar mientras el mar seguía...