Gente que Cuenta

Dependencia emocional, por Getulio Bastardo

Picasso Picabia Atril press
Pablo Picasso,
El beso, tapiz, 1962
Fuente: https://www.mutualart.com/

La dependencia emocional es un estado afectivo en el que una persona necesita de manera desproporcionada la presencia, aprobación o afecto de otra para sentirse bien consigo misma. No se trata solo de amar o de necesitar compañía —algo natural en los seres humanos—, sino de experimentar angustia, vacío o miedo al abandono en ausencia del otro. Es, en esencia, una forma de atadura afectiva que limita la libertad, la autoestima y el crecimiento personal.

Quien vive en dependencia emocional suele depositar su valía en manos ajenas. Su bienestar fluctúa según la atención que reciba, sufre intensamente ante cualquier signo de distancia o indiferencia, y puede tolerar situaciones que atentan contra su dignidad con tal de no perder el vínculo. Esta dinámica no solo se da en relaciones de pareja, aunque allí es especialmente visible; también puede aparecer en amistades, relaciones familiares o laborales.

En la base de la dependencia emocional suele haber inseguridad, miedo a la soledad y carencias afectivas no resueltas, muchas veces originadas en la infancia. Cuando el amor propio es frágil o ha sido condicionado desde temprano —“vales solo si te quieren”, “debes agradar para ser aceptado”—, se busca en otros lo que uno no sabe darse a sí mismo.

El problema de esta forma de apego es que tiende a volverse cíclica: cuanto más se depende, menos se cultiva la autonomía emocional y más poder se entrega al otro sobre la propia estabilidad. Esto puede llevar a relaciones tóxicas, desequilibradas o incluso abusivas, donde el miedo a estar solo pesa más que el sufrimiento de quedarse.

Romper con la dependencia emocional no es fácil, pero es posible. El primer paso es tomar conciencia del patrón y reconocer cómo se manifiesta en la propia vida. Luego, comienza un proceso que implica fortalecer la autoestima, reconectar con los propios intereses, aprender a poner límites y, sobre todo, aprender a estar con uno mismo sin sentir que falta algo esencial.

Amar no es fundirse con el otro ni anularse por él. Es compartir desde la libertad y el respeto mutuo. Cuando una relación deja de ser un espacio de crecimiento y se convierte en una necesidad desesperada, es momento de mirar hacia adentro y comenzar el camino de regreso al propio centro. Porque el amor sano no encadena: acompaña.

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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