Gente que Cuenta

Desvalijados joyeros,
por Carmen Concha-Nolte

Tim Searfoss Atril press
El joyero, por Tim Searfoss
Fuente:https://instoremag.com/the-jeweler-searching-in-vain/

Cuando me casé tenía que ser hacendosa. Un día con mi nuevo estado, y sacudiendo todo a velocidad para terminar pronto, me acerqué a la mesa de trabajo de mi esposo joyero y le volé, de un tirón, el polvo y algo más. Cuando él llegó me dijo: ¿qué hiciste? Saboreé vergüenza para mis adentros. ¡Caramba!, le había desaparecido el polvo que iba a refinar. ¡Cómo iba a adivinar el valor del polvo! y que, a veces, y yo ignorante, se quitaba la ropa en su mesa sin insinuación alguna…

El asunto que quiero contarles es que los joyeros, constantemente, se desvalijan: cuando pierden alguna pieza, la buscan desaforados hasta despojarse de su ropa. Sí, a menudo se quitan la ropa. Empiezan por su mandil, acto seguido, revisan la camisa entreabierta, los puños; otras veces, es el pantalón el que sacuden con precaución, y el velludo examina sus brazos, los barbudos espulgan sus crines desde el arranque del cuello. Como imaginarás, también le tiran una mirada a la ropa íntima con disimulo, ¡ayayay!

En este proceso de búsqueda no hay insinuación de otra índole. Los joyeros se desvalijan, se despojan de sus pertenencias porque deben encontrar un diamante, uñas de oro a medida, una argolla, algún insumo que saltó de sus manos. A veces son restos de difuntos, piezas a incrustar, cabezas de anillo, o fragmentos de este dúctil metal amarillo que alude a riqueza, a caudal, a esplendor, a trabajo denodado de joyeros hasta el día de hoy, así lo creo.

Además, el salto al vacío de estas piezas a punto de ser “montadas” o ajustadas al metal, los obliga, de manera nada picaresca, a desplazarse «a gatas» y merodear por espacios embarazosos para hallar un diamante, por ejemplo, en el empeine o antebrazo tenso de una compañera de trabajo…

Y, por si fuera poco, estos confiscadores de ropa navegan entre microscopios, antorchas, láser y cientos de herramientas hasta dejar las joyas listas para su venta. ¿Quién no tuvo una sortija sin imaginar que la confeccionó un nudista, perdón, un desvalijado joyero?

Carmen Concha Nolte Atril press
Carmen Concha-Nolte es lingüista peruana, con estudios de maestría en Literatura. Estudió microficción en la Escuela de Escritores, Madrid. Sus textos se difunden en varias revistas. Ha sido incluida en dieciséis antologías. Ganó el Premio Péndola Dorada 2022. Vive en Washington. Charoparra16@hotmail.com
https://www.facebook.com/charito.concha

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