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Carmen Concha-Nolte

Conocer a un Nobel,<br/> por Carmen Concha-Nolte
126c, Carmen Concha-Nolte

Conocer a un Nobel,
por Carmen Concha-Nolte

Mi futura madre —auxiliar en una escuela — quedó fascinada con la personalidad del joven Vargas Llosa. Ella, veinte; él, apenas dieciséis. Con ese puñado de años él propiciaba comentarios en toda la escuela: imponente, astuto, periodista en una redacción, agitador de una huelga estudiantil y ávido por el quehacer cotidiano de todos.De mucho se fue apropiando Mario, sobre todo del aprecio y su celeridad para capturar el mundo. Un día, pasó apurado por el patio de la escuela, y caminó al parejo de mamá, y llevaba periódicos, y casi se cae a sus pies en tono suplicante. Ella, seguramente, hubiese sacado fuerzas de debilidad para ayudarlo a levantarse, claro, excepto si al caer le hubiese desajustado su falda kilométrica.Mamá contempló y admiró al joven durante su último año de secundaria. En ...
Fiesta coctel, por Carmen Concha-Nolte
121a, Carmen Concha-Nolte

Fiesta coctel, por Carmen Concha-Nolte

Conocimos a un hombre que nos asombró por su oído en medio del ruido infernal, parecía abordarnos a la adivinanza o magia: captaba todo lo que hablábamos. Eso. Lo vimos sordo al bullicio. Nosotros no mostrábamos interés ante él ni ante nadie, pero él direccionó su oído hacia nosotras. Al acercársenos, inventamos nuestros nombres según acordamos… Fuimos Madona, Lady Gaga y un par de raperas más. Se nos quedó mirando como descubriendo la treta o magia. Nuestro hombre mago se apegó para que bailáramos con él. El grupo se fue dispersando poco a poco. A mí me convenía quedarme, ¡era tan atractivo! Aunque pensé: seguro vino a besar a muchas chicas. La besuqueada -palabra horripilante- no iba conmigo. Como fui la única sobreviviente del grupo, tomó confianza. Buscó mi boca, solo mi boca...
Veraneantes obstáculo,<br/> por Carmen Concha-Nolte
116b, Carmen Concha-Nolte

Veraneantes obstáculo,
por Carmen Concha-Nolte

Asombrada con una esplendorosa luna, vi el instante decisivo de las tortugas marinas en tierra. Sabía que juegan a tierra, mar; tierra, mar. No aludo a canciones infantiles, sino a ciclos de vida. Ellas eclosionan en tierra, retornan al agua, se repatrian a tierra a desovar y regresan al mar. Los machos jamás reculan a tierra. Majestuosamente, contemplé sus pasos fijos y aleteos lentos como quien esparce la arena. Recorrieron escasos metros. Apuntaron el terreno para el decisivo desove. Las miré agotadas. Fueron decenas y decenas. Muchos veraneantes infructíferos desoyeron toda prudencia. En instantes previos al momento más crucial, las retrataron creyéndose paparazis, prendieron centenares de linternas apuntando sus ojos, permitieron que niños las cogieran e intentaran pintar su...
Por un badajo, por Carmen Concha-Nolte
114a, Carmen Concha-Nolte

Por un badajo, por Carmen Concha-Nolte

Un buen día, estuve a punto de perder mi primer trabajo por unas ondas acústicas o, simplemente, un teléfono malogrado entre mi salón de clase y un auxiliar que lejos de auxiliarme me incriminó por su defectuoso oído. En el aula, mis alumnos estaban felices comentando un cuento. Solía, desde mis primeros años como maestra, poner las palabras en contexto o teatralizarlas. Empecé: Está en un lugar oscuro y abierto… La echamos andar para llamar… Para cuando solté estentóreamente «badajo», pasó un auxiliar cerca del aula. Al minuto, ella entreabrió la puerta y me dijo que la directora quería conversar conmigo. Muy suelta de huesos acudí a la oficina de la directora. Sabía por dónde iba el malentendido acústico. Ella me preguntó por mis clases. Contesté que estaba fascinada con mis es...
Beber a besos, por Carmen Concha-Nolte
111a, Carmen Concha-Nolte

Beber a besos, por Carmen Concha-Nolte

A Johnny se le iluminan los ojos cuando queremos que nos hable de lo que mejor hace. Al proponérselo, alcanza a recitarnos pisco pisco (Pisku en quechua), su gran bebida. En cada verso recita la vendimia, tratamiento y su proceso como si se tratara del más noble secreto. El secreto de Johnny no radica en sus efusivos y cristalinos ojos, sino en el pisco. Como buen conocedor, él recomienda beber (lo) despacio, en tiempos dilatados, es decir, a besos. Difícil separar a ambos. Su mutua alianza avanza desde la cosecha hasta la consumación del beso. Finalizada la conversa, decidimos degustarlo. Al instante presenciamos el traspaso de un fulgor a la copa que nos sirve, y las palabras no dichas sellan la fusión de ese beso bebido como él nos lo sugiere. Johnny Schuler produce su pisco p...
Tatuaje del alma, por Carmen Concha-Nolte
108b, Carmen Concha-Nolte

Tatuaje del alma, por Carmen Concha-Nolte

Me vi en la antesala de una prisión. Yo con diez años usaría traje rayado y un número fatídico, pensé.Era la temporada en que el colegio realizaba su tradicional tómbola (sorteo) en provecho de misiones católicas. En el evento se exhibían pocos objetos atractivos. Desilusión. Con los tiques comprados, mis compañeras y yo obteníamos baratijas y golosinas. Mi amiga Pat se había enamorado de un cisne hermoso. Yo quería que ella se lo ganara, sí o sí, contra todo pronóstico. Nos asentamos en el patio a respirar o tramar una salida, un delito.Ambas tuvimos la brillante idea, con escasos años, de falsificar el número del cisne a un tique que teníamos de otro sorteo. Procedimos. Dibujé el número anhelado del cisne con pulso tembloroso. Al entregar el cotizado tique, muy lejos de entregarnos el ci...
El infierno comunica, por Carmen Concha-Nolte
106c, Carmen Concha-Nolte

El infierno comunica, por Carmen Concha-Nolte

El infierno comunica, de Raúl Aragoneses (España), ha recibido una Mención especial en el I Premio Iscariote al mejor libro de microrrelatos publicado en España durante 2022. Raúl, quien quedó en segundo lugar (Edición XV Anual, Cadena Ser) entre miles de participantes, lleva buena parte de su vida dedicado a este género obsesivo, porque quien lo cultiva y quien lo lee no puede desprenderse de su forma y contenido tan particulares. Este infierno no es lo que supones. Descarta si estás pensando en Dante. No. El autor, con mucho tiento, ha escogido el término de la legión baja o infierno subterráneo como una metáfora para obsequiarte lo que, sin reservas, subyace y provoca todo buen relato: historias entre líneas, elipsis, ficción, imágenes, maravilla, asombro, y más. En esta hondura ...
Bigotes GPS, por Carmen Concha-Nolte
101c, Carmen Concha-Nolte

Bigotes GPS, por Carmen Concha-Nolte

A una amiga su esposo le decía «foquita». Ella nunca indagó al respecto. Vaya usted a saber si se conformó con el halago o quizá lo asoció con «fogosita». Para mí, su esposo aludía a los bigotes que deslucían, levemente, su rostro angelical. Los bigotes, pelos semi gruesos, no crecen al azar en ninguna especie. En las focas, los bigotes agracian su rostro inofensivo; pero, por centurias, ignorábamos el potencial de sus flequillos. Sólo las mirábamos sobre la arena en descanso o en faenas reproductivas. Hace poco, su secreto salió a la luz: las focas tienen una especie de GPS en sus bigotes que les permite direccionarse hacia sus presas. Simple. Los científicos colocaron cámaras sobre sus mejillas. Verificaron que, en la oscuridad oceánica, sus bigotes faciales eran movibles (vibr...
Dama coruscante, por Carmen Concha-Nolte
99c, Carmen Concha-Nolte

Dama coruscante, por Carmen Concha-Nolte

Así que aquí estoy, develando recuerdos coruscantes de quien iluminara mi vida y la casa: ella y solo ella. La primera vez que ella brilló ante mí fue cuando le daba de lactar a mi hermana. La alimentaba mientras ejercía el rol multiusos: cambiar, peinar, arropar, tender, preparar… y todo a punto. En una fiesta familiar, fue la segunda oportunidad que refulgió su belleza. Sus ojos verdes coruscaban sin cesar. Entre su guardarropa, un vestido color cielo jaspeado le dio rango de reina. Gracias a esa elegancia y finura yo conocí la estética. Vestida con distinción, ella recordaba sus «retretas» por la plaza. Desde pequeña y bien portada, tocaba el piano divinamente. Sus deseos de ir al conservatorio y/o estudiar farmacia se truncaron. La tercera vez que brilló, única y trascendenta...
Megustéame, por Carmen Concha-Nolte
95c, Carmen Concha-Nolte

Megustéame, por Carmen Concha-Nolte

A un niño le levanté mi pulgar como aplauso mientras bebía agua. Me dijo que yo amaba mucho Facebook. Sin duda, él ignoraba que siempre hemos usado el pulgar elevado para favorecer o aprobar algo/alguien.Le expliqué que usar el pulgar, exultante (satisfecho) y hacia arriba, es tan antiguo como los huevos de la gallina; pero el asunto ha cobrado valor en el mundo digital. Hoy, miles de Megusta se dolarizan en gigantes plataformas, claro, previamente, escuchamos la cancioncita: por favor, suscríbete, dale clic a Megusta. Estas incitaciones inflan el yo de cualquiera.Millones braceamos en mares llenos de pulgares altos o Megusta. Los estudiosos lo llaman autoestima, exaltación del ego. Una antropóloga va más lejos y denomina el fenómeno como Megustéame. Ella dice que hemos inventado un salvav...
Quien no te conoce… por Carmen Concha-Nolte
92b, Carmen Concha-Nolte

Quien no te conoce… por Carmen Concha-Nolte

Papá crió siete hijas junto a mamá. Siendo sincera, él disfrutó esta labor, la más dura de su vida. Si la veo en retrospectiva, pienso que la situación social y política de ese tiempo era pesarosa; sin embargo, pasó desapercibida debido al carnaval pintoresco que le regalaron sus hijas queridas.En su día a día, mi progenitor vivió en versatilidad absoluta. Una de su tribu cantaba, otra se sentía nostálgica, las más sociables exigían lo impuesto por la moda, mientras las restantes caminaban a pasos acelerados. "Quiero ser paracaidista, a mí nadie me detiene", decía la menos cuerda. "Yo amo el teatro y los besos de galanes…", se amotinaba la más avezada.Pobre pa’, cuando no podía calmar a sus hijas, y a manera de reflexión, estampaba: "Hijita, el que no te conoce te compra". Quién iba a imag...
De vecino a matemático famoso, por Carmen Concha-Nolte     
90b, Carmen Concha-Nolte

De vecino a matemático famoso, por Carmen Concha-Nolte     

Me encorvo. Evito la sombra entre casa y casa. Detrás de esa silueta vive alguien de rara belleza. A veces trepa, no calcula bien. En otros momentos, juega con los ladrillos que separan mi casa y la suya. Miro por meses esta escena. El atrae como ruleta ferial o surtidor de chocolate.Pasó un año.Me resisto a contemplarlo a distancia. Mi locura es visible. Rondo su casa. No sale. Por fin, por fin… un día tira libros en el parque, cuenta flores, pétalos y remueve lombrices. Mis piernas flaquean, mi corazón revienta no sin antes percibir los hombros escuálidos de mi hombre.El día de mi cumple, surgió un encontronazo. Al saludarnos perdí el pestañeo, mis hormonas se multiplicaron y me restaron fuerzas. Necesité respirador. En estas circunstancias, descubrí a mi extraño matemático en órbita inf...