Gente que Cuenta

El otro concierto,
por José Manuel Peláez 

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Karl Christian Krumpholz, Acaba de llegar un cliente

Yo sabía que me iba a pasar, entre las urgencias y las complicaciones no pude conseguir entrada para la última presentación del trio Blue Soon. Tres virtuosos que no saben lo virtuosos que son, porque son solo música en estado puro.

Manolo me vio tan desolado que tuvo compasión de mí y me pidió que le acompañara. Quizás no podía hacer nada por el concierto perdido, pero me aseguraba otro tipo de descubrimiento. Llegamos a un bar en el que era difícil reconocer algún rostro en medio del espeso humo, pero Manolo sabía exactamente dónde dirigirse. En una mesa, un hombre de gafas negras y pelo ensortijado le reconoció:

─ ¡Huuuuy, Manolo!… Manolo, Manolo, Manolín… ¿qué te traes? ─ dijo el hombre mientras Manolo capturaba la mano que el hombre ofrecía al vacío.

Mi amigo le contó a Arévalo, el hombre ciego, mi desilusión por perder el concierto.

─ ¡Huuuyyy, mi amigo…! ─ cortó Arévalo ─ Eso no fue un concierto, eso fue una misa solemne con tres oficiantes haciendo milagros. Yo supe que la ceremonia comenzaba cuando se hizo un silencio y escuché los pasos del bajista y el baterista. Unos ruiditos y enseguida los gritos y los aplausos cuando el sacerdote mayor, pausadamente caminó hasta el piano, movió el asiento y… de pronto ¡Huuuuyyyy! Un escobilleo tsss… tatisss…tatiss como el ronroneo de un gato y el bajo que se presenta marcando el tempo y nos hace esperar, y esperar y esperar hasta que la primera nota del piano se repite obstinadamente invitando a la mano izquierda a jugar… y a ese juego, amigo mío, se van tus pies y los dedos de tus manos y, para cuando te quieres dar cuenta es tu alma la que se te ha escapado y baila con los tres brujos y desde allí te mira retándote: ”Aquí me tienes, búscame”. Y tú corres a buscarla, pero ya son muchas almas las que danzan y se te pierde la tuya y los acordes te confunden y las tonalidades suben y suben y todos estamos ahí, en el escenario hechizados. Nadie es capaz de saber cómo sigue esa música, es pura sorpresa. La mayor es cuando tu alma te reencuentra y bailas con ella y sabes que ella nunca te iba a abandonar. La música termina y ahora tu alma vuelve a tu cuerpo y en el piano y en el bajo y en la batería hay solo tres hombres sencillos que son felices dándote felicidad.

Manolo me recordó que los ciegos pueden ver y oír cosas que a los demás se nos escapan, como en el caso de Homero, Milton o Borges.

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José Manuel Peláez
Profesor universitario de Literatura del Renacimiento y Teatro Contemporáneo. Escritor de ficción para cine, televisión y literatura, especialmente policial. Sus novelas “Por poco lo logro” y “Serpientes en el jardín” se consiguen en Amazon. Ha creado y dirigido Diplomados de Literatura Creativa y de Guion audiovisual en la Universidad Metropolitana de Caracas. Actualmente mantiene un programa de cursos virtuales relacionados siempre con la Narrativa en todas sus formas.
josemanuel.pelaez@gmail.com
 

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