Creo que a Bukowski le leí alguna vez una frase que decía más o menos: me gusta la poesía, pero no me interesa la vida de los poetas; del mismo modo que me gusta el vino, pero no me interesa la vida de los que hacen el vino. Algo así.
Conste que estoy citando a un escritor del que he leído varios libros, aunque no me cae particularmente bien como persona, debido a razones que no vienen al caso comentar; pues es este el asunto del que quiero hablar.
Del autor del Lazarillo nada sabemos, ni de Homero, suponiendo que este último haya existido. Así que la única posibilidad que cabe es leer la obra y justipreciarla por sus contenidos, y no por algo que esté más allá del texto, sea la vida del autor o cualquier otra cosa.
De Dante se dice que fue un güelfo blanco. En su época eso era tenido como un punto de partida para aceptarlo o rechazarlo en determinados círculos. Hoy día no sabemos muy bien lo que eso significa. Y aun sabiéndolo, no he tenido noticias de alguien que, en épocas recientes, haya decidido dejar de leer La divina comedia o que la haya encontrado deplorable, debido a tal posición política de su autor.
Contrario a lo que digo o predico, hay toda una tendencia en la actualidad, particularmente acentuada en nuestro país, a juzgar la obra por el autor, esto es, se considera si es buena o mala según lo que el mismo manifieste con respecto a la política, a la religión, al aborto, qué sé yo.
Y si a alguien no le parece tal postura que tenga el autor, entonces el libro no vale, se desecha, no se incluye, se trata de invisibilizar incluso. Por razones como estas no le dieron el Nobel a Borges.
Yo no le puedo decir a alguien cómo debe juzgar lo que lee, pero creo que no deberíamos mezclar el grano con la paja. Si bien las circunstancias de una persona pueden explicar algunos contenidos de sus libros, no son aquellas las causas de los méritos literarios.
Recuerdo una novela que leí, titulada Las muchachas de Chip. Chip era un cantante, atractivo y mujeriego. Un amigo, y a la vez rival, compuso una canción sublime. Chip se preguntaba: “¿cómo alguien tan feo puede escribir algo tan bello?”
Pues, así pasa. De este modo, pienso que las consideraciones con respecto a la persona y su tiempo son las de su tiempo; y junto con la persona fenecen. Mas la obra permanece, si es valiosa.