“Muy incómodo, molesto y enfadoso”.
Así define esta palabra, insoportable, la Real Academia Española.
Similares sinónimos serían: inaguantable, insufrible, irritante y pare de contar.
A veces siento que caigo en la categoría de todas las anteriores.
Será por esto por lo que recibí de un buen amigo la Oración para no ser Insoportable, supuestamente un chiste o una indirecta quizás, pero me sentí tan identificada con algunas de esas peticiones, que me puso a pensar.
Ejemplos:
“Libérame de las ansias de querer arreglar la vida de los demás”.
“Mantén mi mente libre de la recitación de infinitos detalles, dame las alas para ir directo al grano”.
“Sella mis labios para que no hable de mis achaques y dolores”.
“Señor, quiero que me queden algunos amigos al final”.
Sí, da un poco de risa, una risa nerviosa más bien.
En mi vida cotidiana, solo las paredes de mi casa tienen que soportarme, pero voy a estar muy consciente de mis hábitos irritantes, sobre todo en mi rol de suegra, para que no me pongan el sobrenombre de “Aléjala” o “Madame Metiche”.
Voy a rezar con fervor esta letanía todos los días, y quizás la complemente con algunas otras muy mías, como el arte de interrumpir. Yo siempre digo que, no es que yo esté “cortando” a la gente, sino que ellos siguen hablando mientras yo interrumpo. Hábito irritante número 785.
En fin, me disculpo anticipadamente si incluso estas líneas, han sido un poco enojosas.
Mi propósito de enmienda incluye escuchar con paciencia a los demás, así el tema sea la inmortalidad del cangrejo y lo más importante, como termina la oración que me mandó mi amigo:
“Enséñame la gloriosa lección de que a veces es posible que esté equivocada”.
¡Amén!