
Fotografía: Tero Vesalainen
En una ocasión leí un artículo en el que se resumían los resultados de un estudio, según el cual las personas que discuten sobre deportes tienden a ser más inteligentes o más analíticas.
No recuerdo con exactitud las palabras ni concuerdo mucho con tal aserto. Es que entre los fanáticos del deporte a menudo no hay discusiones, sino otras cosas, que son más bien cercanas al berrinche, a la burla o al improperio.
En una ocasión, estando yo aún en la universidad, me tocó ver un partido de la final del béisbol en un puesto de comida callejera, porque andaba lejos de mi casa y no quería perdérmelo. En un momento dado un bateador abanica y es puesto fuera.
El señor que estaba parado a mi lado exclamó entonces: sí es tonto, se ponchó en lugar de dar un jonrón. Al parecer esa persona piensa que quien está bateando puede escoger cuándo errar y cuándo acertar. No pasa así ni en el beisbol ni en ningún deporte.
Cosas como esas y peores he escuchado. Sobre todo cuando se trata de discutir quién es mejor, si el Madrid o el Barça, si Jordan o LeBron, si Cristiano o Messi. Y no sé a qué viene la necesidad de comparar y votar.
Todos son buenos. Los méritos de uno no restan los del rival, que ni siquiera ve al otro a menudo como un rival. El deporte no es una votación, ni mucho menos una monarquía. No hay que elegir un rey. Puede haber muchos reyes y seguir el juego.
Tengo para mí que el problema principal con los fanáticos del deporte es que nunca en su vida han pisado una cancha; y si lo han hecho, es solo como aficionados ocasionales. De modo que no saben mucho acerca de lo que significa competir a ciertos niveles.
Sobre todo estas actitudes las observo con mayor frecuencia en los fanáticos del fútbol, que es el deporte más seguido por aquellos que no practican ningún deporte. Porque el beber cerveza no se considera una disciplina olímpica.
No dudo de que haya especialistas, personas más o menos inteligentes que analizan las situaciones de juego y piensan un poco sobre lo que van a decir. Sin embargo, a menudo terminan solo encontrando razones para convencerse de que su predilección es la correcta; y peor aún, estas razones sirven para ser usadas por los fanáticos aferrados a sus mismas ideas, como si fueran un perro defendiendo un hueso mil veces roído.

valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
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Foto Geczain Tovar