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La misteriosa roca de Ayers – Rafael Sylva Moreno

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Ayer’s Rock fue descubierta en 1873 por un explorador y buscador de oro, William Gosse, quien la bautizó en honor al Secretario Superior de Sur Australia, sir Henry Ayers.

En pleno centro del continente australiano, el terreno visto desde el aire se extiende indefinidamente en amplísima llanura que luce como una alfombra verde de escasa vegetación. En esta zona ningún árbol crece por arriba de los tres metros y el terreno poco accidentado es plano y parejo. Sin embargo, en medio del apacible verdor existe algo que no cuadra con tan serena perfección, pues allí, en medio de la llanura aparece una extraña protuberancia; algo así como un gigantesco furúnculo rojizo que brota entre el verde pastel de la planicie en forma tan inesperada y chocante que podría pensarse que la tierra misma se hubiese enfermado y éste fuese un síntoma. Se trata de la imponente Roca de Ayers, uno de los más extraños fenómenos naturales de Australia y del mundo.

Ayers Rock es un raro accidente geológico, único de su especie, pues nada parecido ni en forma, ni en tamaño se vuelve a encontrar en ninguna otra parte de Australia. Esta mole rocosa… lisa y pelada, de color rojizo y contornos redondeados por la erosión tiene un área de tres kilómetros aproximadamente y su altura máxima es de unos 350 metros. Muchas personas han intentado explicar esta rara formación geológica, pero esto se hace difícil ya que no existen otros puntos de referencia que justifiquen su presencia allí. Generalmente las descripciones son más bien de tipo literario o fantástico. Alguien por ejemplo ha dicho que “Por estar rodeada de un delicado verdor, da la impresión de ser el lomo de algún animal que sobresale de la escasa vegetación”. Otra fuente la describe como: “Una obscena protuberancia roja en medio de una planicie de 16.000 kilómetros cuadrados”. “Su extraña belleza parece extraída de un sueño” es otra descripción. Por otra parte, algunos comentaristas han dicho que su aspecto primitivo, siniestro, recuerda vívidamente que las violentas fuerzas y tensiones que dieron forma a la topografía de nuestro planeta Aún subsisten bajo la superficie de la tierra. Un geólogo inglés en un momento de lirismo ha escrito que “Ayers Rock es como una burbuja que escapó de ese infierno y al brotar a la superficie se congeló para tomar su forma actual; extraña y foránea en medio del apacible verdor de la planicie”.

 

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Existe una curiosa leyenda aborígen, según la cual en tiempos remotos algunas divinidades salieron del fondo de la tierra y forjaron esta roca que llamaron “Uluru”.

Ayers Rock es conocida desde tiempos muy remotos, y su forma extraña y atávica la convirtió para los aborígenes en un símbolo sagrado. Existe una leyenda de que Ayers Rock no pertenece a este planeta, pues sus colores, situación y la extraña quietud e inmovilidad de todo lo que la rodea no sugieren nada terrestre. En verdad es muy fácil, mirando la extraña mole de piedra, imaginarse que desde tiempos remotísimos esta gran montaña viajó alocadamente por la inmensa soledad del espacio, hasta que finalmente, en fecha que se pierde en la noche de la prehistoria, vino a caer en lo que es hoy Australia en medio de una estela de fuego y con estruendo espantoso. Para el mundo civilizado, Ayers Rock fue descubierta hace menos de un siglo por un vagabundo buscador de oro quien se internó en la extensa zona central de Australia y para su asombro se topó con la increíble formación rocosa. Lo que más le impresionó al comenzar a explorarla fue el extraño silencio y la total ausencia de vida en sus alrededores.

Existe una curiosa leyenda aborigen, según la cual en tiempos remotos algunas divinidades salieron del fondo de la tierra y forjaron esta roca que llamaron “Uluru”. De acuerdo con la tradición, los misteriosos seres crearon al hombre modelándole a su imagen y semejanza. Al darle el soplo de la vida, también le dieron la historia de la madre tierra. Estos hijos de Uluru fueron luego enviados a colonizar y poblar el mundo. La leyenda asegura también que han de regresar cuando falte poco para que muera nuestro planeta y entonces honrarán a sus creadores. La versión moderna, por otra parte, sostiene que Uluru se formó hace 500 millones de años en media de los agónicos estertores telúricos que dieron su forma definitiva a la topografía australiana; luego el tiempo, la erosión y subsiguientes sacudimientos geológicos le dieron su insólita forma actual. Es indudable, sin embargo, que la versión indígena es mucho más atractiva y llena de romance, al tiempo que tiene muchos puntos de contacto con algunas versiones bíblicas del Génesis.

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La mole de piedra está llena de fisuras, cavernas y extrañas cicatrices que recuerdan mucho las que se ven en los meteoros después que atraviesan la atmósfera. Sea cual fuere su origen, Ayers Rock está rodeada de misterio e incógnitas que la hacen muy atractiva para nativos y extraños que la visitan. En su pelada superficie, por ejemplo, no crece planta o arbusto alguno, y en cuanto a la vida animal, ésta no sólo no se acerca por allí, sino que aun los propios pájaros no se atreven a volar por encima de la roca. El único ser viviente que mora cerca de Ayers Rock es un horrendo lagarto que parece venido de otro planeta. Se le conoce como el “Moloch” o diablo espinoso de la montaña y es un animal realmente increíble. Sus colores son amarillo intenso y marrón chocolate. El cuerpo está todo cubierto de espinas y en la cabeza tiene dos cuernos laterales más uno central que le dan un aspecto positivamente infernal. Los indígenas le temen y lo respetan pues consideran que es creación de los seres superiores que moran bajo la tierra.

 

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El lagarto Moloch, o diablo espinoso de la montaña, es el único vecino que se encuentra en Ayers

Otro de los muchísimos aspectos increíbles de la roca es que en la cara de la pared sur se puede apreciar algo tan extraño que es realmente sobrecogedor. Al atardecer, cuando los rayos del sol poniente iluminan en cierta forma la enorme pared, es posible ver claramente delineada la forma perfecta de un cráneo humano. Cada hueso y cada detalle de la siniestra calavera pueden apreciarse fácilmente y cuesta muchísimo trabajo creer que este armonioso y preciso dibujo no fue hecho por la mano humana. Sin embargo, parece que no fue así. Según los expertos que han estudiado el curioso diseño esculpido en la piedra, este es producto únicamente de la causalidad y la erosión. Esto último, por supuesto y con razón, no lo creen los aborígenes y tampoco muchos blancos australianos quienes aseguran que ese dibujo de la calavera fue tallado allí como guía para los descendientes de los seres creados por las divinidades y en esta forma cuando regresen podrán encontrar fácilmente el lugar.

 

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Ayers al la hora del crepúsculo: La superficie del monolito cambia de color según la inclinación de los rayos del sol, en el día y en las diferentes estaciones.

Un visitante inglés que tuvo ocasión de vivir durante un mes al pie de Ayers Rock asegura que es una experiencia realmente sobrecogedora y que nadie sale de allí, igual que como llegó, pues la poderosa presencia de la roca es algo que inevitablemente influye sobre el visitante. En el relato de su estadía, hace una vívida descripción del atardecer en ese paraje sombrío y solitario: “El sol se ha puesto y la planicie poco a poco queda envuelta en la penumbra, pero los rojos fuegos del sol que muere mantienen la mole del Uluru encendida y así ha de permanecer por un gran rato a medida que la noche avanza. Todo está inmóvil, en silencio, como esperando algo. Muere otro día en este antiguo y mágico templo de la tierra. En el imponente escenario de la remota planicie australiana, aun el alma del más indiferente se sobrecoge, pues la caída de la noche frente al Uluru despoja al hombre de todo su barniz civilizado. Ya no es el rey de la creación, señor de los mares y los cielos, y cae dominado, aunque no quiera por aquel temor atávico, ciego, que sentía su antecesor prehistórico frente a la madre naturaleza, que era para el fuente de constante terror y maravilla.”

 

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La gigantesca roca arenisca se formó hace 500 millones de años. Se eleva 348 metros sobre el terreno.

Nota del Editor

Desde 2019 el gobierno australiano prohibió escalar Ayer’s Rock   por respeto a los deseos de la cultura Pitjantjatjara, que vive cerca y la considera sagrada. También por el impacto visual y medio ambiental en la conservación de la montaña que producían los turistas.

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