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Carnívoras – Lucy Gómez

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Heliamphoras cultivadas en un terrario bajo luz LED

Si no fuera porque comen carne, parecerían iguales a las demás. Tienen flores. Se reproducen por semillas, hijitos, trozos de tallo o gracias a una hoja. Hay una gran cantidad, más de cien especies que son acuáticas, viven en lagos, ríos y pantanos de todo el mundo y sus trampas diminutas, artificiosas, no son visibles sino al microscopio. Comen pulgas de agua, son tan carnívoras como el resto.

Las que capturaron la imaginación de escritores y guionistas de cine y televisión son unas que atrapan moscas casi al vuelo y las que convirtieron sus hojas en jarros, trompetas o sandalias, se llenaron de colores y montaron un espectáculo que incluye el olor irrechazable del néctar y un tobogán por donde pueden deslizarse las presas deslumbradas por el rojo y atormentadas por el hambre hacia un estanque final, lleno de lluvia y digestivos: enzimas en unos casos, bacterias en otros. Así no dejan rastro del animal. Son las Heliamphoras, propias  de los tepuyes venezolanos .

De las que cazan con los dientes, la más fotografiada es la Venus Atrapamoscas.

Las carnívoras son un rizo de la evolución vegetal para implantarse en sitios donde  era imposible encontrar  nutrientes básicos en el suelo, en tierras pobres en  nitrógeno, fósforo y potasio . Ellas consiguen cazando lo que otras logran succionando por las raíces. Mantienen el mecanismo de la fotosíntesis para conseguir su alimento principal del sol.

Las que cazan con trampas disponen de un mecanismo que las dispara: un par de pelos sensibles que envían impulsos eléctricos para que  cierren sus mandíbulas de un solo golpe. Si sólo el primero se activa, no pasa nada. Puede ser cualquier cosa que trajo el viento, pero si persiste la pisada, es una presa:  insectos, arañas, babosas, pequeños caracoles y en el agua, pulgas y camaroncitos. ¡Zas!, en 1/50 de segundo quedará atrapada. Si no se muere de la herida, lo hará de hambre, inmovilizada hasta ser digerida.

En su mayoría son plantas pequeñas , que pueden ser cuidadas en casa, sin moscas muertas con insecticidas ni excesos, porque si comen demasiado, se indigestan, se les ponen las hojas negras y se mueren.

Con dejarla salir unas horas, ella misma consigue sus víctimas. Eso sí, necesita que la rieguen con agua lo más pura posible,  de lluvia, ionizada, o desmineralizada, de la que se usa en planchas y baterías.

Bellas, inocentes y mortales, siguen su naturaleza. No dejan de parecérseme a algunos seres humanos.

Lucy Gómez e1647642232444
Lucy Gómez Periodista, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Fue jefe de redacción y de la sección política, de varios diarios de Caracas y Valencia, durante más de veinte años.
es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
lucygomezpontiluis@gmail.com

 

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