
Estaba presentando mi quinto libro, publicado (al fin) por Monte Ávila Editores. Digo al fin porque el libro estuvo algo así como tres años en proceso de lectura en la referida editorial. Se trataba de unos relatos; estábamos en la feria del libro que todos los años organiza la Universidad de Carabobo. La presentación estaba pautada para las 4:00 pm. Eran las 5:15 pm y en la sala seguíamos el presentador- mi amigo Francisco Ardiles- y yo, solos.
A esta soledad contribuían la hora temprana (aún todos los que podían venir, incluida mi pareja, debían estar en sus trabajos) y el hecho de que estas cosas en realidad importan a pocos. También al lado había otra actividad: una conferencia dictada por un charlatán de la nueva era, que mezcla la autoayuda con los tópicos gerenciales y publica en la revista del domingo de uno de los principales diarios de la región (por lo cual debería tener más lectores que yo).
Pero la otra sala estaba abarrotada principalmente por estudiantes que fueron obligados a asistir por un profesor amigo del conferencista. El factor de presión era que la asistencia al evento, así como un informe que debían elaborar los estudiantes a partir de la charla, tenían un gran peso en la nota final de la asignatura. Sin eso, tal vez el charlatán habría estado tan solo como yo.
Lo cierto del caso es que no soy más desafortunado que el resto de los escritores de esta ciudad de pobres corazones. Una persona me contó que asistió a un recital con el poeta Eugenio Montejo, que fue Premio Nacional de Literatura, así como premio Octavio Paz de poesía en México. Su obra ha sido traducida a varios idiomas. Pero en su recital, en el Ateneo de Valencia, solo estaban cuatro personas, a las cuales el poeta conocía y a las que saludó personalmente, desde el presidium, una a una.
Otro poeta y ensayista, también de gran trayectoria, iba a dictar una vez una charla en el auditórium de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Era sobre Günter Grass, cuando este último había obtenido el Nobel. En dicha facultad estudiaban cerca de 11.000 personas. En el auditórium caben unas 450. Pero ese día no había nadie. Solo la persona que me lo contó asomó apenas a la sala y, viendo el vacío, optó por retirarse, no fuera a ser que dieran la charla por su culpa.

valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
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Foto Geczain Tovar