Las plantas hablan, entre ellas y con nosotros.
No es un cuento de hadas o una conseja sobre el mal de ojo de aquella tía, que secaba las plantas con sólo verlas. Es tiempo de que saquemos ventaja de la corriente de investigaciones que desde Charles Darwin para acá, se ha dedicado a investigar el éxito de la colonización del planeta por las plantas. Hace 162 años, Darwin se decidió a averiguar cómo las atrapamoscas saben que atrapan moscas.
También está Chandra Bose, un hindú que descubrió que las mimosas, que se cierran instantáneamente cuando les pasas la mano, tienen un sistema nervioso que se estimula con campos eléctricos. Pero el investigador que tocó mi corazón es Cleve Backster, un biólogo ex agente de la CIA que en los sesenta se le ocurrió la brillante idea de usar el mismo detector de mentiras que usaba en los interrogatorios, para detectar emociones en las plantas. Les colocó electrodos en las hojas a una y le acercó un fósforo encendido. Inmediatamente en la gráfica del detector se dibujó una línea ascendente igual a la que producen los humanos en casos de alarma y miedo.
De allá para acá ha pasado mucha agua debajo del puente. Nació la neurobiología vegetal, basada en que las plantas obtienen información por medio de veinte “ sentidos”, algunos iguales y otros mejores que los nuestros para desarrollarse, reproducirse y defenderse.
La neurobiología vegetal, basada en que las plantas obtienen información por medio de veinte “sentidos”.
Se cree que las plantas porque no tienen cerebros humanos no pueden pensar. Error. Parte de nuestro desprecio por todo lo que no se mueve ni responde en nuestros mismos términos. Las plantas se camuflan como seres inanimados, pero sus raíces se mueven buscando agua y nutrientes, sus hojas buscan su principal comida solar. Con células especiales llamadas fotocromos pueden ver mejor que nosotros, detectan el infrarrojo y el ultravioleta. Así saben cuando habrá suficiente sol para florecer, cuando lloverá para poder crecer más. Un sistema de alerta químico de primera les previene de agresores, desde bachacos y gusanos hasta antílopes. Son tan decididas que pueden concentrar proteínas indigeribles y dañinas en sus hojas para alejar a los herbívoros y avisar a las vecinas que vienen los intrusos. Un tomate y un tabaco fueron grabados por micrófonos sensibles a ultrasonidos de la Universidad de Tel Aviv. Cuando dejaron de regarlas o les cortaron los tallos, “gritaron” entre 11 y 25 veces por hora.
Así que si saben hacer todo eso, créeme, saben perfectamente quién eres tú. Esperan que las riegues y las cuides.
Lucy Gómez es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores. Es periodista, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Fue jefe de redacción y de la sección política, de varios diarios de Caracas y Valencia, durante más de veinte años. Luego, se introdujo en el mundo de las plantas a través de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales, en donde comenzó como miembro de los comités de bromelias y orquídeas y llegó a ser miembro de su directiva varios años. También fundó la empresa Un Jardín en tu Ventana, que a través de cursos en el Mercado Popular de Chacao, popularizó la idea de los huertos urbanos en Caracas.
En España produjo en colaboración con Mundo Pránico , el programa Semillas Pránicas, por You Tube, sobre el impacto benéfico de las plantas en nuestra vida y dio clases sobre agricultura urbana entre 2019 y 2020.