-Sifón es ese tubo curvo que tiene un codo ¿no?- le pregunta Sofía al dependiente de la ferretería. Es un joven bastante amable, aunque parece aburrido.
-Sí: la parte curva se llama codo. Destapar el sifón no es difícil. Cierra la llave de paso para cortar el agua, quita el codo, pone el sifón nuevo y ya está.
-Eso es lo que quiero: que me venda un sifón – dice ella. Casi se sonroja cuando el dependiente trae una cajita con el sifón. Es verdad que se le ha obstruido una parte de la cañería en su apartamento, pero cada vez que puede va a esa ferretería porque se siente fascinada por ese dependiente. Aunque es una mujer de atractivo evidente, el ferretero no parece notarlo.
Su hermano Alfredo y el dependiente ferretero son amigos: ambos estudian economía en la misma universidad. ¿Por qué no se lo ha presentado? porque ella es terca y no quiere deberle favores a su hermano. Eso es como venderle el alma al diablo.
Eso es como venderle el alma al diablo
Sofía abre su cartera, suspira y paga el sifón. Sonríe un poquito pensando que en materia de sifones sólo el sifón de cerveza le parece interesante. El dependiente la observa ahora con una pizca de interés.
-¿Usted no es la hermana de Alfredo? -le pregunta. “Al fin se mueve el ajedrez” piensa ella.
-Sí. Soy la hermana de Alfredo. ¿Usted conoce a mi hermano?. “Soy una hipócrita pisa pasito”, dice para sus adentros.
-Lo conozco: somos muy amigos.
-Caramba. Y no nos han presentado… (ella alarga la mano y él se la estrecha) yo me llamo Sofía.
-Arnoldo Maggie… para servirle.
Se quedan un momento en silencio sin saber qué más decir. Sofía mira el reloj.
-Espero que mi hermano lo invite a la casa algún día o que nos veamos por ahí en alguna de sus fiestas, porque para fiestas Alfredo está mandado a hacer.
-Sí… es verdad. Bueno: en este negocio estamos a la orden.
Sofía sale y se va para su apartamento. Al llegar llama al celular de Alfredo. Le dice a bocajarro: Arnoldo Maggie se ha dado cuenta de que tu hermana existe. Alfredo se ríe y responde que eso no le va a servir de nada. ¿Por qué eres tan odioso? comenta ella. Alfredo deja de bromear y le suelta la explicación:
-Arnoldo está comprometido con la hija del dueño de la ferretería. ¿Recuerdas a la catira preciosa de ojos verdes que trabajaba ahí el año pasado?
-¿La del cuerpazo que te hizo comprar como cuarenta alicates?
-Sí, hermanita: se casa con ella.