
Lilas en la ventana, c. 1880
Fuente: https://www.meisterdrucke.ie/
Cada vez que salgo a mi terraza me emborracho.
No puedo evitarlo, pero no estoy sola.
En junio, la ciudad entera se encuentra bajo los efectos de este feliz estado de embriaguez.
Es el producto de una muy fina destilación que tarda todo un año en destapar su frescura.
Se trata de la temporada de lilas.
Este arbusto de florecillas color morado pálido (lila), con su sublime halo luminoso, se adueña de Calgary, donde se celebra, cada año, el famoso Festival de las Lilas.
Durante todo un fin de semana, se cierran calles y avenidas del centro de la ciudad para que las personas puedan escuchar música, disfrutar de vendedores de arte local y tranquilamente emborracharse con el perfume de las lilas en esta especie de fiesta visual y olfativa.
Se ve caminar a la gente con los ojos cerrados, inhalando profundamente para después soltar el aire con una sonrisa.
Una especie de felicidad colectiva.
Yo solo tengo que asomarme a mi jardín, donde milagrosamente, después de verlas casi muertas en el invierno, regresan.
No es fácil describir en palabras el olor de las lilas o de las flores en general, quizás los expertos de Grasse, en Francia, capital mundial del perfume, sean los más versados. Yo ni lo intento.
Para mí se trata de inhalar, exhalar y sentir su poesía, clara y diáfana.
Embriagadora.
Un verdadero regalo de estos poetas de la naturaleza.
Y bueno, ¿cómo no brindar con una verdadera copita de vino blanco, aquí junto a mi arbusto florido?
Allí quedé, extasiada, bebiéndome la vida a sorbos, tarareando una vieja melodía.
Todo iba muy bien hasta que abrí los ojos y me topé con la mirada severa de mi vecina que me observaba desde su ventana.
“Ella me conoce bien”, pensé, mientras la invitaba a acompañarme.
Declinó, claro, pero inevitablemente me acordé aquella máxima (con todo respeto para esta organización) “más vale borracho conocido que alcohólico anónimo”.
¡Salud y perfume de lilas!

(UCAB 1985).
Escritora y aprendiz de poeta por vocación.
De su paso por la ingeniería surgieron sus Cuentos de Oficina (1997), otra manera de ver al mundo corporativo. Entre sus últimas publicaciones se incluyen sus reflexiones sobre el duelo, Hopecrumbs (2020) (www.hopecrumbs.com) y “The Adventures of Chispita” (2021), una alegoría de la vida en el vientre materno. (www.chispita.ca)
Hoy en día comparte sus “meditaciones impulsivas” desde Calgary, Canadá, ciudad donde reside.
leonorcanada@gmail.com