Si hay algo que no me canso de admirar son las técnicas de talla extremadamente precisas y refinadas utilizadas por los escultores griegos.
Con cinceles de diferentes tamaños y formas, unido a su profundo conocimiento de la anatomía humana, supieron trabajar el mármol con maestría, alcanzando la belleza femenina en una armonía de superficies desde la piel suave hasta el cabello rizado, pasando por telas delicadas, lisas y detalles minuciosos de forma realista y proporcionada.
En la Grecia clásica, el cuerpo desnudo femenino representa el ideal de belleza y perfección física. Las esculturas de Venus o Afrodita, por ejemplo, encarnan la armonía y la proporción ideales. El cuerpo femenino desnudo tenía asimismo un significado religioso. Se asociaba a divinidades femeninas que representaban la creación, la vida y la muerte. La desnudez, en este contexto, no era vista como algo sexual sino como una manifestación de lo divino.
Como artista plástico quise crear este divertimento a partir de algunas de las muchas esculturas griegas que, completas o mutiladas, hoy en día aún se conservan. En él reconocerán a Las tres gracias y por supuesto a la Venus de Milo, pero también incluí algunas cuya autoría se ha mantenido anónima. Lo llamé “Cuando se cierran los museos las estatuas se reúnen para conversar”. Fue para mí, además de un divertimento, un estudio de cada detalle, de cada pliegue de piel, de la combinación de habilidad técnica, conocimiento artístico y un profundo respeto por el cuerpo humano. Espero que sea de su agrado.