Gente que Cuenta

Max inolvidable, por José Manuel Peláez

Christine Barres Atril press
Ilustración Christine Barres
Fuente: https://www.saatchiart.com/

Terminaba mi entrevista a Max cuando todo comenzó. Max es la autora de Apocalipsis después, un éxito editorial de ciencia ficción gótica, según ella.  Es una maxi mujer en la que resaltaba lo grande de sus brazos, de sus ojos casi amarillos, de sus anteojos y de su boca de payasa feliz. Se movía como una marioneta gigante y no dejaba de carcajearse por cualquier cosa. La entrevista había discurrido con frescura y yo tenía buen material, pero afuera, una lluvia persistente y agresiva me aconsejaba permanecer seco y caliente en la biblioteca pública conversando.

Al llegar la hora de cerrar, Max decidió que me llevaría a mi casa. Tenía su coche enfrente y no le costaba nada hacerlo. Salimos a la acera, no sé de dónde, ella sacó un paraguas de golfista, me ordenó que me quedara a cubierto mientras buscaba algo. Cruzó sin prisa el caudal de la calle, abrió un armatoste que me recordaba a un viejo Jeep militar, sacó un bolso y volvió conmigo.

─ Ponte eso ─ me ordenó lanzándome un viejo impermeable.

Luego me dio una gorra y unos lentes vintage de motorizado. A estas alturas, yo ya estaba convencido que sería mejor irme andando. Pero Max me agarró por el brazo, me empujó dentro de su “coche” y luego se colocó tras el volante. Adentro parecía llover más que afuera. El “coche” no tenía parabrisas y el viento soplaba en contra. Entendí para qué era el impermeable, la gorra y los lentes; también entendí que no debía abrir la boca si no quería ahogarme. Lo peor fue cuando Max se quitó sus anteojos y arrancó como una posesa entre los otros coches, las calles inundadas, empapando a cuanto transeúnte estuviera a menos de tres metros y mientras me explicaba cómo se le había ocurrido la idea de su libro gesticulando con ambas manos y sin ver hacia adelante.

Cuando llegué frente a mi casa, me despidió con un manotazo en la espalda que sellaba nuestra amistad. No quise besar el suelo porque había mucha agua sucia.

Le conté a Manolo al día siguiente mi inolvidable aventura con Max y me rogó que no dejara escapar a Max de mi vida.

─ Si alguien es capaz de hacerte vivir esa clase de experiencia, si hace posible que un tránsito se vuelva inolvidable y te recuerda que tu sangre todavía se acelera, lo debes conservar. Es como si fueras amigo de un tigre de Bengala.

He llamado varias veces a Max, pero, como una burla final, siempre sale su voz en la contestadora con un mensaje en japonés.

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José Manuel Peláez
Profesor universitario de Literatura del Renacimiento y Teatro Contemporáneo. Escritor de ficción para cine, televisión y literatura, especialmente policial. Sus novelas “Por poco lo logro” y “Serpientes en el jardín” se consiguen en Amazon. Ha creado y dirigido Diplomados de Literatura Creativa y de Guion audiovisual en la Universidad Metropolitana de Caracas. Actualmente mantiene un programa de cursos virtuales relacionados siempre con la Narrativa en todas sus formas.
josemanuel.pelaez@gmail.com

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