¡Música, maestro! – Luli Delgado

Tenemos ya varias entregas sobre cómo se hace cine. Hemos hablado de los guiones, sus puntos de giro y sus diálogos, del proceso de filmación y los equipos que lo conforman, de los magos del tiempo, creo que no dejo afuera más nada.

Vayamos ahora con la llamada trilla sonora.

Empecemos por decir que, así como las imágenes y los diálogos hicieron del cine un espectáculo cada vez más atractivo, la música tampoco decepcionó y puso muchísimo de su parte, si bien muchas veces haya pasado más desapercibida.

Entre los que contribuyeron a ponerla en su santo lugar, está Walt Disney con su Fantasía de allá por 1940, que la llevó al protagonismo.

Ya la música había adquirido cierta importancia, más a partir de ese momento el cine sin música pasó a ser impensable.

En líneas generales una trilla sonora es la música que va a acompañar todo en desarrollo de la película y que se va a repetir en varios momentos. Puede ser exclusivamente instrumental, o con interpretaciones vocales. De ambas versiones tenemos infinidad de ejemplos.

Ahora bien, lo que muchas veces pasa desapercibido son aquellos acordes o pequeñas interpretaciones que enfatizan la dramatización de la película.

Imagínense por ejemplo, el acecho de Tiburón (Spielberg, 1975), sin el tantan tantan tantan por detrás….

O, combinación perfecta, uno de esos momentos de declaración de corazón abierto, donde un dialoguista estrella, un buen actor y aquella música de fondo se las arreglan para aguarle los ojos a cualquiera.

“No te vas a acordar de mí”, dice el sombrerero loco a Alicia con aquella expresión que tienes que ser Johnny Deep para lograrla…. y la música, ah, la música…

Eso por no hablar de los violines, que apuradísimos nos aceleran el corazón ante la sensación ya inevitable de peligro, o de que el malo ya va a atacar, o el muerto a salir, lo que sea, pero en todo caso que las cosas no van nada bien.

La imperdible secuencia de la regadera de Psycho, dirigida por Alfred Hitchcock en 1960, merece mención aparte. Además de la maestría de la edición, que construye un crimen sin que aparezca la cuchillada una sola vez siquiera, ni veamos a la moza desnuda, a pesar de que no podamos dudar de su desnudez y de las puñaladas, los gritos y violines mezclados con aquella única nota estridente, le crisparon y le siguen crispando los nervios a mucha gente, en lo que es sin duda una de las secuencias más famosas de la historia del cine.

¿Y los musicales? ¿Quién no los recuerda?

Pongamos por ejemplo la trilla sonora de “La novicia rebelde” (1965), dirigida por Robert Wise. No solamente que en su debido momento nos aprendimos las músicas de cabo a rabo, sino que también la volvimos a disfrutar cuando nuestros hijos llegaron a la edad de verla.

La secuencia en la que el capitán Von Trapp comienza a cantar Edelweiss en un auditorio atestado de nazis, sabiendo que al terminar los van a meter presos ¿se acuerdan?. Ahí se le quiebra la voz, y su familia y el público entero lo ayudan a terminar la canción. Que levante la mano quien, para no ponerlo difícil, no se le hizo un nudo en la garganta.

A veces nos topamos con “matrimonios imposibles”, como la extraña conjunción de lo sagrado y lo maldito de la secuencia en la que el nuevo Padrino (Al Pacino) está bautizando un bebé, mientras afuera su gente está eliminando a uno por uno de sus rivales, mientras oímos musica sacra.

Hubo una época, no sé si la recuerdan o ya habían nacido, en que salía a la venta el disco con la trilla sonora de la película de moda. Eran aquellos de vinil de 33 rpm, calculen si no el cuento no será viejo, pero yo recuerdo haber recibido en un intercambio de Navidad el de la Guerra de las galáxias, que acabo de chequear que se estrenó en 1977. Era la manera que teníamos de rivivir la fantasia…. después vinieron los vídeo clubes, los sites, el streming y sabrá Dios que vendrá más adelante, pero de lo que no hay duda es que el cine ya no tiene como irse “con su música a otra parte….. “

Podríamos continuar con este tema larguísimo rato, porque es inagotable.  Pero les pediría lo siguiente: la próxima vez que vean una película, traten de prestar atención en los digamos, refuerzos musicales, que tanto agregan a la trama. Se van a sorprender.

 

 

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