Gente que Cuenta

Nácar rosado,
por Luli Delgado

James Rizzi Atrl press
James Rizzi,
Ahora no me puedes ver, s/f
Fuente: https://www.rizzi-universe.com/

En estos días me estaba acordando una vez que, durante mis tiempos de productora de cine, me tocó ir a filmar unos camiones atravesando el puente sobre el Lago de Maracaibo.

Claro, para poderlos filmar pasando en fila india y sin más carros, hacía falta apoyo de las autoridades locales. Eso era parte de lo que a mí me tocaba coordinar, de manera que durante varios días mantuve estrecho contacto con el responsable de apoyarnos, contándole cuántos éramos, qué equipo llevábamos, a qué hora esperábamos los camiones y demás detalles. Cabe recordar que en aquella época nadie ni imaginaba que un día existiría la telefonía celular y que de milagro había fax, así que las filmaciones eran muy laboriosas de producir.

Total, fax y llamadas fueron y vivieron y por fin nos fuimos a Maracaibo, y, de aquí para allá, de allá para acá, bajo un sol achicharrante y un viento que más parecía un secador de pelo gigante, logramos la filmación.

Por último terminamos, y como era la costumbre invitamos a nuestro, digamos, facilitador a almorzar. Allí hubo ocasión de conversar, de preguntar y de responder, en fin, de contrastar lo que sin duda eran vidas totalmente diferentes.

Ya casi en el postre, con la confianza un poco más a mano, mi interlocutor me dijo con lo que parecía ser toda su sinceridad: “Tú serías la mujer perfecta si te pintaras las uñas de nácar rosado”. Aquello me tomó tan de sorpresa que todavía lo recuerdo. Se me debe haber notado en la expresión, porque a renglón seguido vino una pausa incómoda y después me dijo que tenía que volver.

Visto en perspectiva, aquello no era tan descabellado. Veamos. Si alguna vez me hubiera dado por pintarme las uñas de nácar rosado, efectivamente hubiera sido otra persona, otro tipo de mujer, con otra concepción de vida, otros gustos. Posiblemente había sucumbido a los encantos del uniforme y hasta me hubiera dado por el maquillaje y los zarcillos enormes, los tonos de vestir fuertes y la melena suelta, a lo mejor hasta pintada de rubio. Hubiera empezado a usar tacones, ropa ajustada. En fin. Es probable que me hubiera convertido en una mujer más acorde con la fantasía que mi fugaz amigo circunscribía al rosado nácar.

Total, que nunca alcancé su estatus de mujer perfecta, pero en cambio, con las uñas cortas, la ropa holgada, sin maquillaje y unos zarcillitos pequeños que le acabo de regalar a mi hija, yo diría que no hay motivos de queja. Gusto no se discute…

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Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC.
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
delgado.luli@gmail.com

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