En la casa nadie sabe cómo matar un pollo. Desde que la abuela Irma murió nadie, absolutamente nadie, ha matado un pollo. No ha habido manera de que alguien lo haga. Al parecer nadie sabe, o quizás fingen no saber.
Todos en la casa prefieren comer otra cosa, incluso las ñemas, antes de matar un pollo. Todos saben que cuando se habla de matar un pollo, también se refieren a las gallinitas viejas que ya no pueden poner.
Desde que murió la abuela Irma, el miedo es lo nuevo de la casa. Las horas pasan más rápido sin ella, pero igual son muy dolorosas. Nadie ha vuelto a poner radio dos mil. El radio se ha apagado para siempre. Y sí, es verdad, como decía la viejita Irma: la vida sIgue. No hay manera de pararla. Pero lo cierto es que allí más nunca se mató un pollo.