El hecho de que por dentro seamos bastante parecidos, hace posible las clases de anatomía para los futuros doctores y las de biología para los que nos dedicamos a otra cosa. Eso sí: cuando a uno de nosotros o a nuestros seres cercanos se le diagnostica una de las tantas posibilidades que hay de enfermarse, sin saber mucho cómo de la noche a la mañana nos volvemos totales especialistas, no solamente en la ciencia médica, sino en toda suerte de hierbas, infusiones y “sobas” milagrosas que han pasado a través de generaciones.
Una vez mi abuela se puso enferma de la vesícula y había que operarla. No sé por qué estaba viviendo en mi casa, pero recuerdo perfecto la ambulancia saliendo del garaje y ella como un obispo repartiendo bendiciones. Por aquellos días todos pontificaban sobre el canal colédoco y las piedras y la bilis, y yo oía aquello entre fascinada e impresionada de que todos supieran tanto, pero eso así, sin abrir la boca, no fuera a ser que quedara en evidencia y me sacaran de la conversación.
De eso hará unos sesenta o más años, pero cuando mi comadre, que no es comadre nada, pero en fin, me vino a contar que la tenían que operar porque los cólicos, las piedras, la bilis y por último la vesícula, yo regresé a los corredores de mi casa de infancia e inmediatamente me declaré experta en el tema. A mi abuela le abrieron la barriga como al lobo la de la Caperucita, pero a mi comadre se lo iban a hacer con laparoscopia, vale decir, unos huequitos que duelen menos y sanan más rápido. Conversamos como dos expertas y al día siguiente entró a pabellón. Cuando la llamé para preguntarle cómo había salido, no dejó del lado de afuera ni el color del uniforme de la enfermera. Esto es parte del juego de sanación.
Más tarde, ojo que no es invención, mi amiga Karina me anunció que a su hijo lo operaban de la miopía. Inmediatamente bajé el diploma hepatobiliar y colgué el de oftalmia, para disertar sobre los ojos, las goticas, los cuidados posoperatorios, mi experiencia con las cataratas y demás detalles de importancia.
Eso fue ayer, porque esta mañana amanecí ortopedista, por una infiltración de la muñeca que le hicieron al señor de esta casa.
Todo esto yo lo interpreto como una manera de querer, de estar pendiente. A la hora de las chiquitas no es tanto lo que sabemos pero un té se le prepara a cualquiera.
Lo que cuenta es que nos tengamos…