Serpiente de mil cabezas
El olvido es una cosa muy seria. ¿ustedes se olvidan, o no? Yo no olvido nada, porque anoto todo, soy olvidadiza desde pequeña.
Mi madre me metía en una cesta que llevaba a la escuela primaria en vez de bulto, un reloj despertador redondo con alarma, para que recordara la hora de tomar medicinas y vitaminas, así como entregar trabajos o pedir documentos del colegio. Todo iba anotado en un papel, pegado por dentro a la tapa.
Después, tuve mi propio récord de lentes perdidos y encontrados en la nevera, libros abandonados en alguna gaveta, estante o en la casa de otro, brújulas, reglas, bolígrafos, hilos y agujas desaparecidas que deben seguir en algún lugar del Universo.
Pero cuando uno no reconoce un problema, persiste y persiste. Así que, debido a los continuos perjuicios ocasionados por mi desmemoria, me puse fastidiosa conmigo misma y me hice la firme proposición de nunca más pecar: hice toneladas de horarios, listas y tuve centenares de lápices con punta amarrados con cuerdas y papel en todas partes, para anotar todo antes de que llegaran los teléfonos inteligentes.
Ya no hubo excusas. Mi récord de aciertos, trabajos entregados y bien hechos y citas cumplidas a tiempo mejoraron, así como mi fama de ordenada. Inclusive, en una redacción en la que trabajé, había una compañera que decía que sabía que eran las nueve de la mañana porque yo iba subiendo la escalera de acceso al periódico.
Hoy me olvido de lo que me quiero olvidar. De los compromisos que no me convienen o me fastidian, comentarios malintencionados, días malos, relaciones fracasadas y países chungos. Que ahora sólo sufro de olvido selectivo, vamos.
es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
lucygomezpontiluis@gmail.com