Una batalla naval de las más famosas, durante la Segunda Guerra Mundial, se desarrolló frente a las costas de Punta del Este, en Uruguay. El acorazado alemán “de bolsillo”, Admiral Graf Spee, se enfrentó en batalla contra 3 navíos británicos, el Ajax, el Aquiles y el Exeter en la llamada Batalla del Río de la Plata en diciembre de 1939.
Seriamente averiado, el Graf Spee se dirigió al puerto de Montevideo para tratar de los heridos y realizar reparaciones necesarias en el barco para volver a enfrentar al enemigo que lo acechaba a distancia.
La tensión era completa en Montevideo y el gobierno uruguayo recibía un vendaval de presiones de ambos beligerantes, aliados y alemanes. No obstante, la decisión del gobierno, neutral durante la gran contienda, es de autorizar el entierro de los 36 marinos alemanes muertos en acción, tratar humanitariamente de los heridos y dar 72 horas para el acorazado se retirar del puerto de Montevideo.
Horas antes de conocer dicha resolución, el capitán alemán Hans Langsdorff llega a las oficinas del dique Regusci-Voulminot, para solicitarle al propietario los arreglos necesarios del navío. El diálogo entre Alberto Voulminot hijo y Langsdorff se desarrolla en un impecable francés. El capitán alemán le muestra un cheque en blanco, y le solicita llenarlo con el valor que considere. Voulminot le responde negativamente explicándole que no se trata de dinero, y sí de dignidad.
Para conocer los motivos, hay que remontarse a 1870, cuando durante la guerra franco-prusiana, la Alsacia, departamento francés, es invadida por Alemania. Varios civiles, entre ellos Voulminot padre, mueren en combate defendiendo el pequeño pueblo en que vivían. Esa historia marcó a esa familia por generaciones. Voulminot hijo, aún niño, emigró con familiares al Río de la Plata, dónde después fundó su empresa portuaria en Montevideo. El acorazado Graf Spee fue implosionado a la salida del puerto de Montevideo por los propios alemanes, para impedir que cayera en manos británicas y su capitán se suicidó en Buenos Aires.
Roberto Managau, uruguayo, reside en San Pablo desde 1982. Dirige un espacio de arte uruguaya y es apasionado por fútbol, guerras mundiales y algunas curiosidades de la historia.