Ángela era el nombre de mi abuela materna y mi hermano se lo puso a mi sobrina, pero no es a ellas a quienes quiero referirme.
En este caso es un código que creó la policía metropolitana de Londres junto al nuevo Scotland Yard.
Veamos. En virtud de que las citas a ciegas son la orden del día – no tienes pareja, te metes en un site de relaciones, encuentras a alguien y quedas para una cita – ha surgido una serie de momentos inconvenientes que no han escapado de la atención de las autoridades. Entonces, en los baños de mujeres hay un aviso que dice: “Hola, me llamo Ángela” ¿Estás en una cita que no te convence? ¿Te sientes que no estás en una situación segura? ¿Tu contacto de Tinder o POF no es lo que dijo que era en su perfil? ¿Sientes que hay algo un poco retorcido?
Si vas a la barra del bar y preguntas por Ángela, el personal sabrá que necesitas ayuda para salirte de esta situación y llamará discretamente un taxi sin mucho alboroto”.
Después supe que si el asunto va a mayores llaman a la policía.
Me llamó la atención porque casualmente en estos días vi en Instagram a un señor, no recuerdo su nombre, que afirmaba que en este mundo de las redes, influencers, sites de encuentros, perfiles con fotos retocadas, noticias falsas, etc., cada día estamos más condenados a vivir encadenados en la caverna de Platón, vale decir, en un lugar donde lo único que podemos ver son sombras reflejadas en una pared que nos hacen creer que son realidad.
A mí la verdad todo esto me da mucho susto y me alegra no pertenecer al grupo de mujeres que eventualmente tenga que recurrir a Ángela para salirse de una situación indeseada. Suena como expresión de gente mayor, pero en mi época uno conocía a quien habría de convertirse en su pareja en una fiesta de amigos comunes, en la universidad, la oficina, no sé, en lugares en los que uno tenía la oportunidad de primero verle la cara a la persona para después interesarse y considerar una relación. Ahora parecería que van a tientas y hay que crear maneras de sacarlas de la realidad y devolverlas sanas y salvas a la caverna.
Y si de paso el ambiente que rodea todo esto es fabricado, pues más susto todavía. Tengo que admitir que adaptarse al amor en los tiempos del ciberespacio no es para todo el mundo, ni resulta nada fácil. Para mí Ángela era, primero mi abuela y más tarde mi sobrina. Más nada…
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
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