
Hay unas flores que se dan en todo el hemisferio norte, a ras de tierra, de colores fuertes: blanco, rojo, violeta, amarillo y naranja, ideales para cultivar en jardines pequeños. Fáciles de cuidar, las prímulas – hay quien también les llama primaveras – son alrededor de 550 especies, plantas de la misma familia, pero ligeramente distintas que se dan en forma de ramo: cinco o seis flores, rodeadas de hojas en círculo, que no superan los cuarenta centímetros de altura.
Se llaman prímulas porque son las primeras que florecen después de inviernos largos. La palabra viene del latín primus, que significa primero. Escribo hoy acerca de ella, porque llega febrero y a quien le interesa el mundo de las plantas debe estar atento a las que son más fáciles de comprar y cultivar, mes por mes, cuando están en mejores condiciones de crecimiento.
Esta es interesante, porque es muy resistente a los cambios de temperatura y a fríos intensos. Gracias a ella no hay que esperar a los meses de calor para tener un jardín lleno de colores explosivos.
Las prímulas tienen hojas dentadas, de textura rugosa y un verde amarillento, más claras por debajo, con pelitos. Las flores tienen cinco pétalos y en algunas especies son bicolores.
Prefieren la tierra un poquito húmeda, pero como siempre digo, sin encharcar. Les gusta el frío, pero no se pasen, Si hay heladas, conviene abrigar la tierra de la maceta con una capa de paja o corteza triturada para proteger las raíces. Cuando se riega, unas dos o tres veces por semana, no hay que mojar las flores.
Encontrarlas no es problemático. Abundan en los centros de jardinería y en los catálogos de semillas. Les gusta la luz, pero no el sol directo. Es mejor que estén cerca de una ventana donde haya mucha luz con cero corrientes de aire. Cada tres semanas se riegan con un té de hojas de plátano, de cambur o banana o de cáscaras de patatas o papas, para que florezcan bien, gracias al potasio que tienen esos restos vegetales.
La prímula se asocia con el amor, el romance y los nuevos comienzos, así que tener un ramito a mano no es mala idea. En la Edad Media, en Europa, se la relacionó en leyendas y rituales con las nuevas oportunidades y el final de los malos tiempos.
En Escocia, hay una leyenda que dice que para poder ver un hada tienes que comerte una flor de prímula. Lo cierto es que la planta es de lo más linda y sirve para traer alegría a nuestras ventanas, aunque no creas en cuentos de hadas.

es experta en el cultivo de huertos de hortalizas y flores.
lucygomezpontiluis@gmail.com