Gente que Cuenta

Regresa el Mago de Oz,
por Mayte Navarro

El mago de Oz Atril press 

Hace mucho tiempo, siendo una niña, vi por primera vez la película El Mago de Oz en televisión. En aquella primera vez, porque después la vi muchas veces fascinada por la música, especialmente por escuchar a Judith Garland cantando Over The Rainbow, recuerdo que sentí una desazón cuando Dorothy, devorada por el ciclón, queda alejada de sus tíos, ya que para mí no había lugar más seguro que mi casa.

Les cuento esto porque hoy, siendo una señora mayor, me fui a ver El maravilloso mundo de Oz, una película basada en la versión rusa escrita por Aleksandr Vilkov (El mago de la Ciudad Esmeralda), inspirado en el cuento original del norteamericano Lyman Frank Baum.

Para quienes hemos tenido la fortuna de haber visto la película producida por la Metro-Goldwyn-Mayer y leído el libro de Baum, podemos apreciar las diferencias y semejanzas entre ambos films.

En aquella época infantil, si bien entendí que poseer un cerebro que piense, un corazón que albergue sentimientos y ser valeroso era importante, lo que me fascinaban eran los brillantes zapatos rojos de Dorothy. Quizás allí comenzó mi fetichismo por el calzado. La magia se rompió cuando los vi en una exposición, donde me revelaron que solo eran de utilería.

El maravilloso Mago de Oz que dirige Ogor Volkov, si bien sigue el esquema de la narración de Baum, presenta un contenido político más fuerte y una estética donde se percibe el espíritu ruso, además de ubicar a Dorothy y a sus padres en el siglo XXI, donde la tecnología nos hace caprichosos y dependientes, al mismo tiempo que es necesaria.

Los efectos presentan a unos personajes más reales que se desenvuelven en ese mundo mágico que nos obliga a esperar una segunda entrega, donde está el desenlace que los espectadores de más edad conocemos. Podríamos decir que las imágenes grandilocuentes son propias de ese espíritu ruso que tan bien revelan novelas monumentales como Guerra y Paz de Tolstoi.

El mundo perverso de la bruja mala del Oeste se identifica con lo gótico y el poder que ella ejerce se basa en la opresión y en la persecución. Para ello se vale de ese ojo que se desprende de su cuerpo para espiar a su vasallo, que por miedo le obedece.

Espero con interés la segunda parte de El Maravilloso mundo de Oz, que subraya que ser inteligente, valeroso y leal no es un don que te regalan, sino que adquieres luchando contra las vicisitudes.

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Mayte Navarro.
Comunicadora Social egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas. Ha ejercido el periodismo en galerías de arte, en el diario El Universal, mantiene el espacio Madame Glamour en el programa radial Las entrevistas de Carolina. Escribe de moda, arte y estilo de vida.
mayte.navarros@gmail.com

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