Gente que Cuenta

Puertas, por Leonor Henríquez

Georges Valmier Atril press
Georges Valmier,
La puerta rosada, 1927

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Desde mi ventana, fui testigo de un misterio.

No me fijo mucho en quien entra y sale a mi alrededor, pero ese día me pareció que la persona que entraba por la puerta esa noche, a pesar de que traía la misma vestimenta, un abrigo color naranja imposible de pasar por alto, era diferente a la que salió en la mañana.

Había algo en su caminar, en su postura, en la manera de insertar la llave.

Sí, definitivamente, otra persona.

No le di mucha importancia al asunto, pero los días que siguieron, al escuchar la puerta, me asomaba, y para mi sorpresa, cada día era una persona la que salía y otra muy diferente, la que regresaba.

A veces cambiaba el abrigo, quizás para despistarme, pero era como si hubiese un nuevo inquilino, cada mañana y cada noche.

El misterio no es muy difícil de resolver. ¡Elemental!, como diría aquel famoso detective.

La persona que sale por la puerta y regresa siendo otra cada día, soy yo misma, claro.

Pero esta nueva conciencia, me hizo reflexionar sobre las puertas y portazos de mi vida.

La puerta blanca que me vio crecer.

Puertas amplias, llenas de ilusiones.

Las puertas ruidosas y atascadas de las dificultades.

Cierta noche crucé un umbral sombrío: la puerta sigilosa de la enfermedad.

Después la vida me premió y puso ante mí una puerta luminosa, la del amor.

Y esta especie de biografía rectangular me hace recordar un verso maravilloso de mi poeta de cabecera que voy a dejar para el final.

Por ahora, voy a observar con cuidado a esa persona que sale por la puerta. Como crece y se transforma en cada aliento, en cada poema que le penetra el alma como una flecha incandescente, en cada gesto amable dado o recibido, en cada pérdida, en cada lágrima, en cada buena nueva, en cada extravagancia.

Resuelto el misterio decidí que, cada vez que atraviese el umbral de la puerta de un nuevo día, lo haré con una melodía en los labios, un saludo a esa otra yo que me espera y una despedida, por si acaso…

¡Qué hermosa es la vida!

¡Cómo nos despoja todos los días,

cómo nos arruina implacablemente,

cómo nos enriquece sin cesar!

Jaime Sabines

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Leonor Henríquez (Caracas, Venezuela) Ingeniero Civil de profesión
(UCAB 1985).
Escritora y aprendiz de poeta por vocación.
Desde muy joven participó en talleres de escritura creativa en el CELARG, Caracas.
Sus ficciones fueron publicadas en la antología Voces Nuevas (1990-91), y
más adelante su testimonial, Existe la Luz (1995).
De su paso por la ingeniería surgieron sus Cuentos de Oficina (1997), otra manera de ver al mundo corporativo. Entre sus últimas publicaciones se incluyen sus
reflexiones sobre el duelo, Hopecrumb (2020) y “The Adventures of
Chispita” (2021), cuento infantil, una alegoría de la vida en el vientre materno.
Hoy en día comparte sus “meditaciones impulsivas” desde Calgary, Canadá, ciudad donde reside.
leonorcanada@gmail.com

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