Gente que Cuenta

Retratos,
por Leonor Henríquez

KelseyHoward Atril press
KelseyHoward,
La mirada, s/f

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      Desde pequeña me ha gustado pintar retratos.

Mi profesor de entonces, Luis Álvarez de Lugo, insigne pintor venezolano, me enseñó las técnicas, las proporciones de un rostro humano, que se divide en tres zonas: un tercio desde la línea del pelo hasta las cejas, otro tercio desde cejas a la punta de la nariz, y otro más desde esta última al mentón; entre ojo y ojo, la distancia de un ojo imaginario. Las orejas alineadas entre ojos y nariz, y pare de contar.

Recuerdo que yo me esforzaba mucho, y al final mi maestro, veía mi creación, me motivaba diciéndome (o mintiéndome) que estaba muy bien y le daba tres brochazos de luz. El retrato cobraba nueva vida. La persona en cuestión, antes mi muy torpe aproximación, de pronto aparecía allí, frente a mí, nítida, viva.

Es lo que se llama el toque maestro, ese del cual yo adolezco.

Hace poco, decidí pintar un retrato de alguien a quien quiero y conozco muy bien.

Coloqué el lienzo frente a mí y con mi carboncillo di los primeros trazos.

Decidí olvidarme de las proporciones y esbocé justamente lo que “me dio la gana”.

Después elegí los colores, las texturas.

Otra vez hice caso omiso de lo que veía en la fotografía y decidí dar libertad a eso que llaman estilo libre.

Para la piel elegí, no los colores que veía en la foto, sino los colores que me sugería el aura, o cuerpo etéreo de mi amiga, esa que rodea a cada persona y que hay que ver más allá.

Me fijé con detenimiento y la encontré entre rosada y morada. Después descubrí que esa combinación representa la unión entre corazón y mente.

Muy acertado realmente, aunque creo que la persona en cuestión es más de corazón.

Por último, los ojos.

Lo más difícil, es buscar el alma dentro de los ojos, más allá de las pupilas, más allá del infinito.

Supe que estaba cerca de terminar mi retrato.

Mojé el pincel en el más blanco de los blancos y di un toque en los ojos, nariz y boca.

Ahí quedó, terrible, pero honesto.

Mi autorretrato.

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Leonor Henríquez (Caracas, Venezuela) Ingeniero Civil de profesión
(UCAB 1985).
Escritora y aprendiz de poeta por vocación.
De su paso por la ingeniería surgieron sus Cuentos de Oficina (1997), otra manera de ver al mundo corporativo. Entre sus últimas publicaciones se incluyen sus reflexiones sobre el duelo, Hopecrumbs (2020) (www.hopecrumbs.com) y “The Adventures of Chispita” (2021), una alegoría de la vida en el vientre materno. (www.chispita.ca)
Hoy en día comparte sus “meditaciones impulsivas” desde Calgary, Canadá, ciudad donde reside.
leonorcanada@gmail.com

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