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El síndrome de la reunionitis es una epidemia, una pandemia más bien. Es de las enfermedades más graves de las sociedades modernas. La padecen por igual las organizaciones públicas o privadas, llámense empresas, instituciones o entes no gubernamentales. Particularmente afecta a las que tienen de tres miembros en adelante.
El principal síntoma consiste en convocar reuniones en casi todo momento y a cualquier hora. Claro, hay reuniones anunciadas y otras no tanto, pero todas son igualmente latosas.
Las reuniones pueden ser convocadas por cualquier motivo, desde un cumpleaños hasta la remodelación de la oficina, pasando por una quiebra, que es un asunto más grave: la reunión definitiva, la de la despedida.
Y la reunionitis persiste, pese a que ya se ha comprobado científicamente que en el 90% de las reuniones el 90% de las cosas que se dicen no le interesa al 90% de los que asisten.
La situación sería fácilmente evitable enviando al correo, por ejemplo, lo que se supone que deben hacer los miembros de la organización. Sin embargo, ingenuamente creen que en reunión prestarán más atención al asunto. Grave engaño.
Y lo peor es que los acuerdos a los que se llega en las reuniones no se cumplen en el 90% de los casos. Así que saque usted la cuenta y vea que es un mal tan grave como generalizado.
Northcote Parkinson comentaba que cuando estaba solo en la oficina podía terminar el trabajo en media mañana. Pero si se encontraban todos, el trabajo crecía hasta ocupar todo el tiempo disponible; esto se debe, sobre todo, a las reuniones.
Yo trabajé en una oficina pública. Sufrí ese mal, aunque no tanto, ya que a veces las reuniones venían con el almuerzo y la merienda incluidos. Una vez fue tan larga y tediosa la cosa que hasta pude leer un libro completo: Ensayo sobre la ceguera, de Saramago. Y no les miento, testigos tengo. Debería ser más agradecido, entonces, creo.
¿Cómo saber cuándo una empresa está atacada de esta enfermedad? Usted observará si se convoca más de una reunión a la semana, si las reuniones duran el día entero o si cuando hay un problema, en lugar de tratar de resolverlo con los interesados, llaman a una reunión a la que también deben asistir los no interesados.
Si usted nota todo esto en su empresa, huya de allí antes de que sea demasiado tarde y se contagie y termine después por propagar este terrible mal que tanto aflige a las sociedades, impidiendo que avancen.

valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
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Foto Geczain Tovar