Él escucha que su puerta se abrió y la imagina con su vestido negro de flores amarillas y el lazo habitual en su cabello.
Ella pasa por su puerta y trata de escucharlo:
-¿Qué estará haciendo?
El piso aguarda en silencio hasta la tarde todos los días.
Cuando llega uno, esperará por el otro.
Ella se para tras la mirilla de la puerta y ve que viene subiendo las escaleras.
Trae dos bolsas de mercado en la mano. Tras cada escalón, él imagina que le preparará una romántica cena para seducirla.
Deja todo en la cocina, empieza a ordenar las cosas y escucha la ducha de ella abrirse.
Sus baños comparten la misma pared.
Él va rápido a quitarse la ropa para imaginar que se bañan juntos.
¿Hoy se lavará el cabello?
Las chicas, habitualmente, no lo hacen todos los días, él sí.
Ella percibe que él también se baña y deja caer un cepillo de plástico que está segura él escuchará. Se agacha dándole la espalda a la pared.
Sale de la ducha y se pone solo un pantalón viejo. Toma las cosas y las guarda en la nevera. Sirve un vaso con agua y espera verla en la sala sentada.
Ella se sienta en su cama mientras masajea con crema sus piernas esperando que él apague la luz.
Así van imaginándose, el uno al otro, sin ni siquiera suponer que se presienten con la misma intensidad y deseo, cada día que pasa.