Gente que Cuenta

Talco con mota,
por Luli Delgado

Pierre Bonnard Atril press
Pierre Bonnard,
Interior, 1913

Como está haciendo calor, recordé con mi primo Jóse las baticas de algodón que se usaban de toda la vida, “batiquecasa” como abreviaba mi amigo Camilo.

Un recuerdo nos llevó al otro y caímos en el talco con mota, seguro se acuerdan, un envase redondo con una mota ídem que usábamos casi a diario después del baño y que era el perfecto regalo para cumpleaños, día del santo, (que en esa época se celebraba), Navidades, o cualquier otra ocasión especial. Era por esa época en que en los tocadores se colocaban frasquitos de perfume con una perilla que lo rociaba, a menudo acompañado de un envase de vidrio con bolitas de algodón de varios colores.

En el repertorio humorístico de mi familia, estaba la famosa caja de talco que dos viejitas tías de mi mamá se regalaban una a la otra sin acordarse de que era la otra la que se la había dado.

En Navidades, un paquete: “Para Gala de María”, en el cumpleaños siguiente, para “María de Gala”, y así la caja fue y vino de un escaparate al otro para delicia de todos, especialmente los niños, que nos sentíamos grandes por entender un chiste de mayores.

En todo caso, hoy en día las cajas de talco con mota parecerían ser especie en extinción. Tuve que buscar la imagen de una mota en Internet para explicar qué era lo que quería. Invariablemente la cara de quien me atendió fue de total desconocimiento. Por fin en una perfumería la vendedora me mostró una motica pequeña, triangular, y me explicó que era lo más parecido que tenía y que se usaba para maquillarse. Ahí me acordé de que lo he visto en las redes: les embadurnan las caras a las señoras con potingues de varios tonos y después se los riegan hasta que parecen la caja de una momia, pero todos coinciden en que quedan lindas.

Total, parecería que la caja de talco con mota con la que crecimos, regalamos y usamos, no se usa más. Ahora lo que abundan son las cremas hidratantes, pero no las recuerdo de mi época de infancia.

Ah, ¡quién tuviera una caja de talco mota para estos calorones! Menos mal que por lo menos los abanicos sobrevivieron…

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Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC.
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
delgado.luli@gmail.com

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