Te cuento que…
por Suzan Matteo

Ustedes dirán que nosotros vivimos de fiesta en fiesta, porque a cada rato celebramos algo: que si el aniversario del lanzamiento de Atril, que si el número 100, el 200, que si el cumpleaños de Luli (¡mentira, mentira, eso no lo publicamos!) … Pero cualquier motivo es válido para celebrar la vida, lo que amamos, y eso es justamente lo que pasa aquí.

Hoy Atril cumple cuatro años. Y no es poca cosa persistir en una idea que evoluciona sin dejar de ser. Cada domingo está ahí, como decimos en Venezuela, llueva, truene o relampaguee. Son cuatro años de crónicas que interpelan, ideas que importan y textos que invitan a pensar. Porque en esta página —como buen atril— se mira hacia adelante, hacia atrás y, sobre todo, hacia adentro, donde persiste el amor por la palabra, el café y ese remate que a veces pica… y se extiende.

En estos tiempos de inmediatez, cuatro años en Internet es como una eternidad. Por eso da gusto ver que seguimos aquí, tercos, con artículos que provocan pensar, recordar, discutir… o simplemente sonreír.

Yo no sé si les pasa, pero a mí cuando leo alguno de los textos de mis compañeros, me provoca comentar con el autor. A veces hasta empiezo a hablar sola, como si le estuviera respondiendo. Lástima que en «Cartas para Atril» no se vea bien que uno mismo escriba —porque es como pagar y darse el vuelto— pero de verdad que provoca. Porque cada uno de «los que cuenta» es reconocible a lo lejos, por su forma de mirar el mundo y por la manera de compartir lo que ve.

Tal vez de eso se trata persistir: no solo de seguir, sino de seguir diciendo, compartiendo, conectando, cuando lo que sobra en la web es ruido; dejar de rendirse cuando escribir a pulso no paga con likes virales, y mantener la pasión intacta, aunque haya días en que las frases no fluyan. Atril existe porque sabe que el arte de persistir es la resistencia intelectual, la apuesta por la palabra en estos tiempos «difíciles».

Seguir a pesar del cansancio, del tiempo escaso, de los domingos perezosos o del mundo que anda a las carreras.

Por eso también te festejamos a ti, que sigues regresando un domingo tras otro.

Así que hoy celebramos este acto sencillo y poderoso de resistir con palabras, con historias, con memoria y humor. Gracias por estar allí, domingo tras domingo. Y si por casualidad llegaste hoy por primera vez, quédate: ¡aquí siempre hay sitio para uno más!

de la misma autora