Gente que Cuenta

Te cuento que…
por Suzan Matteo

Galileo Atril press
Galileo Galilei en un grabado editado de 1884. Getty Images
Fuente: https://www.volkskrant.nl/

Parece ser que el Galileo Galilei que nos han vendido hasta ahora no es real.

Resulta que ese personaje tan rebelde que enfrentó a la poderosísima Iglesia con un susurrante pero desafiante «Eppur si muove», cuando fue condenado por hereje; ese personaje encadenado, maltratado y héroe de la ciencia frente al oscurantismo de la época, no fue tal…

¿Te sorprendes? ¡Yo también!

Creía esa historia… hasta que me topé en internet con unas páginas de «Leyendas negras de la Iglesia», del periodista Vittorio Messori.

Aparentemente, mucho de lo que creíamos no pasa de ser un mito.

Según Messori, Galileo no fue ni torturado ni encerrado. Durante el proceso de 1633, estuvo alojado en una cómoda residencia vaticana con vista a los jardines, y luego en la Villa Medici.

¿Cuál fue su condena? Rezar los siete salmos penitenciales semanalmente. Y lo hacía hasta con gusto. Fue huésped de arzobispos, vivió en su villa «Il gioiello», y por si fuera poco, recibió indulgencia plenaria y bendición papal en su lecho de muerte.

La frase emblemática —«Y sin embargo se mueve»— nunca la dijo. La inventó en Londres, en 1757, Giuseppe Baretti, que era un periodista brillante, un «influencer» de su época, pero a quien le encantaban, por lo visto, los «tubazos», fueran o no ciertos (los de ahora no son nada originales con tal de obtener seguidores, para que vean)…

Galileo, en realidad, agradeció la «moderada» sentencia que recibió, pues era consciente de que había jugado con fuego burlándose de sus jueces eclesiásticos (que además eran científicos como él) y defendiendo teorías aún sin pruebas contundentes. De hecho, el argumento que presentó —decía que las mareas eran provocadas por el movimiento de la Tierra— era erróneo. Los inquisidores, a quienes llamó «imbéciles», tenían la razón, pues decían que la causa eran las fuerzas de atracción lunar.

No, Galileo no fue un mártir de la ciencia. Fue un hombre extraordinario, sí, pero también arrogante y equivocado más de una vez.

La leyenda lo transformó en símbolo de la lucha entre ciencia y fe, pero, como señala Messori, esa batalla fue fabricada más tarde por los ilustrados y los marxistas, con el fin de mostrar a la Iglesia como enemiga del progreso.

Galileo, en cambio, murió como creyente, en paz con la fe de la que, sabiamente, nunca renegó.

Suzan Matteo Atril press
Suzan Sezille de Matteo es caraqueña, cosecha del 52; ingeniero industrial aplicada al área social; esposa, madre de dos, que ahora abuelea y escribe desde Inglaterra.
suzansezille@gmail.com
IG @tomadodeaquiydealla

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