Cámara de mi señora – hora del té – ilustración s/f
El martes pasado fue el Día Internacional del Té, una de las bebidas más populares y versátiles del mundo. Confieso que para mí era solo un «remedio» hasta que llegué a Inglaterra e hice las paces con él.
Cuenta una leyenda que en el año 2737 a. C. el emperador Shen Nung se encontraba calentando un poco de agua, cuando sopló una fuerte brisa y algunas hojas cayeron en el interior del recipiente, tiñendo el líquido y despertando un delicioso aroma. Así surgió el té. Nadie sabe a ciencia cierta si esta historia es fidedigna, pero pudiera serlo y desde entonces, el té se ha convertido en el compañero inseparable de muchas culturas alrededor del mundo.
Originalmente en Inglaterra, el té solo se tomaba en ocasiones especiales, pero en la década de los cuarenta del siglo XIX, la duquesa de Bedford, Anna Russell, decidió pedir una merienda a su servidumbre, dando origen a la famosa hora del té de manera no oficial. En ese tiempo, la élite británica solo tomaba un desayuno poco después de despertar, y una cena al principio del anochecer. La Duquesa comenzó a invitar a sus amigas a unirse a estas meriendas donde el té se servía acompañado de pequeños sándwiches y pasteles, y así, el «Afternoon Tea» adquirió gran auge en la alta sociedad, empezando por la reina Victoria. De allí se extendió hasta la clase obrera, marcando fundamentalmente las costumbres alimenticias de los ingleses.
El té nos ofrece un abanico de sabores: desde los aromáticos de frutas hasta los elegantes de flores, hay un té para cada ocasión y cada antojo. ¿Y sus beneficios? Por ejemplo, el té verde lucha contra los radicales libres y nos ayuda a mantenernos jóvenes. Y el té negro, ese travieso con sabor intenso, nos da esa dosis extra de energía para enfrentar cualquier desafío.
No puedo olvidar mencionar los momentos de compartir. El té nos reúne con amigos y familiares en torno a una taza humeante. ¿Quién puede resistirse a una charla amena acompañada de pastelitos? El té nos invita a disfrutar de la vida y de las pequeñas cosas.
En fin, el té es esa bebida maravillosa que nos trae calma, sabor y compañía. ¡Nos acaricia el paladar y nos abraza el alma!
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