El jueves pasado se celebró un nuevo aniversario de la partida de Nellie Bly para dar la vuelta al mundo. Cada vez que me la “encuentro” para escribir en mis efemérides diarias, me maravillo ante su audacia y hoy quiero compartir con ustedes mi admiración por ella.
Elizabeth Jane Cochran, conocida por su seudónimo Nellie Bly, nació en 1864 en Cochrans Mills, pueblito de Pensilvania en los Estados Unidos. A pesar de que muchos hoy podríamos llamarla pionera, en su época solo la tildaban de loca. ¿Cómo no serlo, en un mundo donde se esperaba que las mujeres se limitaran a la cocina, la costura y, cuando mucho, a ser el alma de la casa?
En su mente, los límites eran solo eso: barreras de una sociedad que no sabía qué hacer con una mujer que pensaba por sí misma. En esa época, si te atrevías a pensar, a hacer algo que se saliera del molde, lo que era una virtud en los hombres se convertía en una patología en las mujeres. Pero a Nellie, ese diagnóstico le importaba un comino.
A sus 25 años, se propuso lo impensable: dar la vuelta al mundo en menos de 80 días, una idea tomada de la novela de Verne. Sin helicópteros, sin GPS, sin nadie que la esperara al otro lado, solo con su ingenio y su voluntad de romper barreras. En 72 días, 6 horas, 11 minutos y 14 segundos, consiguió lo que el resto del mundo consideraba una hazaña irreal.
Y eso no fue su única proeza. También se infiltró 10 días en un manicomio para exponer los abusos a los que eran sometidas las mujeres… ¡Con el riesgo de que la dejaran encerrada! Es que el periodismo es un espacio que debe cuestionar, desmantelar y exponer las injusticias, no ser el coro de los poderosos.
Nellie fue una superviviente en un mundo donde la masculinidad era sinónimo de valentía y las mujeres eran solo sus acompañantes. Se abrió camino con talento y una mezcla de ingenio y descaro imposible de imaginar en esos tiempos.
Hoy, increíblemente, en muchas partes las mujeres siguen enfrentando las mismas estructuras que Bly combatió en su época. Tal vez ya no haya que salir a dar la vuelta al mundo, pero el viaje sigue siendo el mismo: un camino hacia la justicia, la libertad y la igualdad.