En estos tiempos, los desastres naturales nos acostumbran a calles inundadas, casas sumergidas y alarmas de tornados o tsunamis. Hace pocos días vi cómo se alertaba a una población para que huyeran si no querían morir. Me pregunté entonces qué haría yo en una circunstancia parecida: saldría corriendo o prepararía una maleta con un kit de supervivencia, mis objetos más preciados o mis recuerdos más queridos. ¿Cómo cabe una vida en una maleta? ¿cómo nos retrata lo que quisiéramos llevar en ella?
Confronté a Manolo con mis dudas: “¿qué llevarías en la maleta, Manolo?”
─ ¿Por dónde viene la ola? ─ Otra vez el Manolín estaba tratando de no revelar mucho de sí mismo ─. Supongamos que tengo que salir huyendo de un tsunami. Si la alarma me dice que tengo tiempo, puedo pensar en hacer una maleta y hasta decidir si prefiero llevarme la foto de mi abuela o el Manual de “Cómo hacerse millonario en tres fáciles lecciones”. También me habré hecho alguna composición de lugar acerca de dónde puedo ir y lo que necesitaría en ese sitio y, siempre con el ojo puesto en el reloj, cambiarme de ropa si lo considero necesario.
─ Pero… ─ traté de interrumpir.
─ Ahora, si no hay tiempo, entonces no hay que pensar, solo hay que correr sin maleta, sin recuerdos, sin objetos preciados y sin pausa.
No estaba dispuesto a quedarme con esa explicación porque, como le dije a Manolo, eso de saber cuánto tiempo tienes antes de un desastre natural no se conoce de manera exacta. Un incendio cambia bruscamente de dirección, un terremoto nos sacude en algunas ocasiones antes de que ladren los perros y un tornado puede aparecer de la nada.
─ Pues ahí está el detalle “pequeño saltamontes” ─ cuando Manolo me llama así es porque remarca que no he entendido todo lo que me ha querido decir ─ Vivimos amenazados por cataclismos naturales y personales de todo tipo porque la vida es hermosa, pero también peligrosa. Nunca sabemos lo lejos que está la ola y esta siempre nos revuelca mientras estamos haciendo la maleta. Por eso lo mejor es no tener nada de lo que no puedas separarte.
Creyéndome muy listo, preparé la “maleta perfecta” y la dejé junto a la puerta de salida para solo tener que cogerla a la hora de escapar. Pero cada noche la abro y cambio algunas cosas. Espero que la ola no me revuelque.