Hace años, cuando estábamos tratando de hacerle resucitación cardio pulmonar a una revista que agonizaba, un amigo se burlaba diciendo que debíamos ponerle en el cabezal “año 10, número dos”.
Aunque suene amarga la broma, eso da una idea del notable esfuerzo que supone mantener constancia en una publicación. No son pocas las ocasiones en que se logra sacar el primer ejemplar; pero luego queda allí la cosa, aumentando de manera alarmante las tasas de mortalidad infantil de las publicaciones periódicas.
¿Cuánto esfuerzo y cuánto mérito supone, entonces, alcanzar la legendaria cifra de 150 ediciones? Es lo que estamos logrando hoy con esta entrega de Atril: la gente que cuenta ya tiene una buena cuenta de números en su haber. La verdad me quedo sorprendido pero estupefacto, como dice un viejo chiste que no me canso de contar.
Y es que son múltiples las circunstancias que se presentan y atentan contra la continuidad de los proyectos editoriales. Tal vez las dos más notorias sean la falta de fuentes de financiamiento y la inconstancia de los colaboradores, o una conjunción de ambos factores.
A menudo somos los propios editores de la cosa los que terminamos siendo los financistas y los redactores de la cosa. Porque los amigos que colaboran con uno con el tiempo empiezan a hacerse los locos, a no atender las llamadas ni responder los mensajes, a darle largas a la entrega, inventando que ya lo iban a enviar pero que les hackearon el correo, que se les colgó la computadora, que el perro se comió el texto…
A diferencia de esos mis (dizque) amigos poetas (ingratos todos), yo sí sigo aquí colaborando con Atril, porque lo siento como parte de mi proyecto de escritura y, viceversa, siento que soy parte de esta familia de las letras. Y agradezco infinitamente a los editores el haberme invitado y permitirme este espacio para dialogar con mis lectores.
Espero llegar con ustedes al número 1500 y seguir contando. Salud (yo brindo con café, porque soy abstemio; pero ustedes brinden con lo que quieran). ¡Larga vida para Atril, nuestra lectura de los domingos!