
Conocido como “el cuerpo malo”, sumado a dolor de garganta y muchos estornudos, dicta la sentencia sin apelación: En los próximos días estarás condenada a lo que en buen criollo se llama “un pestón”.
Quienes están cerca, empiezan con las interminables recetas de brebajes, jarabes, pastillas, tecitos y por ahí se pierde la lista. Pero ni modo.
Mi papá decía que la gripe se cura con remedios en ocho días, y sin remedios en una semana. Nadie se salva.
Yo, aparte de toallitas descartables y mucha agua, prefiero pasarla a palo seco, que viene dando más o menos el mismo resultado.
¿A palo seco? Y ¿de dónde vendrá la expresión? Según el chat GPT, mi nuevo mejor amigo, hay dos posibles orígenes. De los marineros que se empinaban el ron sin mezclarlo con nada, o el de los barcos, que, durante las tormentas o vientos fuertes, recogían las velas para que el viento no las destrozara, y viajaban apenas con los mástiles.
Esta última acepción me recordó otras similares en contexto de tierra firme, atravesar en páramo sin escarpines, por ejemplo, o cantar a capella, que también vino a cuento.
A todas estas, en medio de mi propia tormenta, porque es así como te sientes, mis ojos lloraban lo que no han llorado en años, tenía los músculos resentidos de tanta tos que comenzaban a doler, y estornudaba, estornudaba y volvía a estornudar, mientras contaba los días que llevaba en esto y me acordaba de mi papá…

Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
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