Las nubes forman una retícula sobre el azul. Con sol alto y tiempo frío, pero estimulante, sobre todo si vas abrigada. Mientras paseo por mi pueblo me encuentro a los vecinos, sonrientes, que me preguntan por mi Año Nuevo, aunque en realidad hay poca gente en la calle y la resaca está viva.
De vuelta, me sacudo la mentalidad del fiestón para ponerme a tono con los últimos días de diciembre, cuando funcioné full por la inminencia del final de 2024 y la necesidad de producir antes de caer en este marasmo post fiestero que aquí en España se prolonga, porque la verdadera fiesta es el día de Reyes.
La Navidad y el Año Nuevo, con las doce uvas, son familiares, casi que se celebran en privado con alguna discoteca y mucha ropa de estar en casa. Los Reyes son el fiestón y la inversión en el desfile, la calle, la ropa, la peluquería y la parranda.
Tengo de todo: la necesidad de seguir adelante con mis proyectos en redes relacionados con mi más reciente libro, que traduce a la sencillez del lenguaje contemporáneo parte de la obra de una ocultista célebre, escondida hasta por sus partidarios por el humo de la adoración y el misterio, como abstrusa y lejana. El pensamiento de Helena Blavatsky es tan moderno, que impulsó la contracultura, el new age y la lucha contra el patriarcado a finales del XIX, movimientos que creemos absolutamente actuales, además de tener una actividad política notable como propulsora del nacionalismo hindú y soldado en la lucha por la independencia de Italia. Así que sigo en eso…
Planeo desde ya, la siembra de las plantas que abrirán en mi jardín en primavera para aprovechar el calorcito, porque no me vuelvo a perder la oportunidad de multiplicar mi cosecha y el aire limpio que me toca producir, por la sencilla medida de sembrar en mi mini terraza.
No puedo olvidar lo físico: huesos y ojos nuevos que hay que ejercitar sí o sí para que me duren mucho tiempo, combinados con sonreír más, porque he comprobado que sí hay quien te responda la sonrisa, aun en los sitios poco amables, como las estaciones de tren en hora pico y las colas de un supermercado abarrotado. Nunca hay demasiadas sonrisas, ni se acumulan fuera de moda en algún lugar del universo. Hay que producirlas y promoverlas activamente.
Además, te pueden sonreír seres inesperados que las entienden y corresponden, como los perros de los demás. Hagan la prueba: Miren a un perrito en un parque y luego sonríanle intencionadamente, mirándolo a los ojos. La mayoría para las orejitas sorprendido y menea la cola de vuelta. Y la cuarta cosa; colocar mis planes de crecimiento financiero, físico y mental en una estructura que funcione, para producir más libros y artículos, más bienestar físico y más sonrisas.