“Luli, me encantó tu artículo de esta semana. ¡Me hiciste recordar la lavadora de la casa de mi abuela… en el corredor del “patio de atrás” cerca de una mata de higos famosa por los dulces que generaban sus frutas!!
Esa lavadora me daba un poco de miedo, porque ahí cerquita estaba la batea donde sin falta, me subían y me bañaban todas las tardes antes de vestirme para sentarnos en la acera, en una sillita a “esperar la fresca”
¡Claro! Siempre antes de que llegara el sereno… que era algo sin forma pero que era perjudicial para todo el mundo.
En todo caso, la lavadora de rodillo me aterraba porque desde la batea siempre pensé si sería que la que me cuidaba iba a usarla para sacarme la “mugre” de la que quejaba, producto de mis andanzas del día con la bicicleta, o por haber jugado a arepitas de tierra cocinadas al sol inclemente de Altagracia de Orituco.”
Ingrid Betancourt
“Siempre tan eficiente y yo esperando el momento de preparar mi desayuno de mañana para leerlo!!! ¡¡¡Un abrazo y siempre muchas gracias!!!
A propósito de la edición 120
Felicitaciones, la meta se va alejando porque el crecimiento ha sido siempre hacia adelante y, sin duda festejaremos las 240 con mucho cariño.”
Mariana Aguirre
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