Mala madre, por Lucy Gómez
Esta mala madre vino con sus cintas recogidas y apretadas como un nudo de hojitas verdes y blancas. No era mayor que mi puño y tengo manos pequeñas. Estaba en el suelo como toda hija repudiada, llevada por el viento, condenada a morirse en algún basurero.En vez de sembrarla, la dejé en un envase plástico transparente lleno de agua. La coloqué en un sitio donde le diera mucha luz, pero no el sol de lleno, que la puede quemar.En dos días se despertó y empezó a sacar raíces, a estirar hojitas.Entonces me ocupé de su comida, tomé entre los dedos un poco de café y se lo puse en el agua. Respondió al nitrógeno del polvo casi inmediatamente, como toda hoja y ahora está mucho más grande, tanto por arriba, como por debajo donde le creció una cabellera blanca de raíces, que se desarrollarían igual...